19/01/2018, 12:44
Antes de que Ritsuko pudiese dar un solo paso en la dirección contraria Ralexion la agarró del hombro con suavidad, apretando lo justo y necesario para detenerla.
—Ritsuko, es por aquí... —afirmó con tono lastimero para acto seguido capear otro fastidioso ataque de tos.
Se puso en marcha, asegurándose de que su compañera no tomaba otra dirección equivocada. Quedó en silencio, perturbado únicamente por el incesante rumor de la lluvia y su carraspeo irregular. Daba igual lo que tratase de hacer, le era imposible parar de temblar. Por todo ello sus pasos no resultan tan firmes como al Uchiha le hubiese gustado. Pensó en abandonar la misión, pero por mucho que le resultase como una alternativa de lo más seductora no quería pensar en las posibles consecuencias de un acto así, no solo por parte del indudablemente furioso Raiden. Así que continuó caminando.
Entonces, casi como si el mundo se apiadase de la penosa situación de los dos genins, la penumbra, la lluvia y el viento fueron amainando de manera paulatina. Demasiado tarde, desde luego, pero se agradecía igualmente.
El joven ya había perdido la noción del tiempo cuando llegaron al siguiente templo. Le echó un rápido vistazo desde la lejanía al estado del santuario, pero su atención se vio arrebatada poco después por la figura frente al referido. El kusajin se aproximó al campechano individuo con una expresión de curiosidad en su rostro.
—Disculpe —expresó con voz ronca—. ¿Qué le ocurre?
—Ritsuko, es por aquí... —afirmó con tono lastimero para acto seguido capear otro fastidioso ataque de tos.
Se puso en marcha, asegurándose de que su compañera no tomaba otra dirección equivocada. Quedó en silencio, perturbado únicamente por el incesante rumor de la lluvia y su carraspeo irregular. Daba igual lo que tratase de hacer, le era imposible parar de temblar. Por todo ello sus pasos no resultan tan firmes como al Uchiha le hubiese gustado. Pensó en abandonar la misión, pero por mucho que le resultase como una alternativa de lo más seductora no quería pensar en las posibles consecuencias de un acto así, no solo por parte del indudablemente furioso Raiden. Así que continuó caminando.
Entonces, casi como si el mundo se apiadase de la penosa situación de los dos genins, la penumbra, la lluvia y el viento fueron amainando de manera paulatina. Demasiado tarde, desde luego, pero se agradecía igualmente.
El joven ya había perdido la noción del tiempo cuando llegaron al siguiente templo. Le echó un rápido vistazo desde la lejanía al estado del santuario, pero su atención se vio arrebatada poco después por la figura frente al referido. El kusajin se aproximó al campechano individuo con una expresión de curiosidad en su rostro.
—Disculpe —expresó con voz ronca—. ¿Qué le ocurre?