20/01/2018, 00:26
El desconocido se rió a sus espaldas. Honestamente, estaba empezando a darle miedo —de los desvaríos de un loco uno no podía fiarse—, de modo que activó su Byakugan y siguió caminando. Incluso cuando el extraño volvió a importunarle ya reírse de él, siguió caminando.
Sin darse la vuelta, con el brazo extendido, le hizo un corte de mangas.
—Te he dicho que no me rayes. Déjame en paz, imbécil.
Sin darse la vuelta, con el brazo extendido, le hizo un corte de mangas.
—Te he dicho que no me rayes. Déjame en paz, imbécil.