22/01/2018, 11:43
(Última modificación: 22/01/2018, 11:43 por Aotsuki Ayame.)
Eran demasiados los misterios que envolvían aquella casa. ¿Quiénes eran las personas que conformaban el grupo de Hiro? ¿Qué les había pasado allí dentro? ¿Qué eran aquellas cuatro piezas que necesitaban para salir de aquel lugar? Pero, sobre todo, ¿por qué ellos? ¿Por qué les habían castigado de aquella manera a sufrir aquella terrible pesadilla? No sabían casi nada, pero sí sabían lo que debían hacer para salir de allí: encontrar aquellas cuatro piezas y mantenerse unidos y vivos.
Y, cuando Riko y Ayame se dirigían hacia la única habitación del ala este que quedaba por investigar, la puerta de la habitación contraria se abrió. Ayame se escondió detrás de Riko, con todos los músculos en tensión y preparada para ver de nuevo al Ahorcado... o algo mucho peor. Pero, para su completa sorpresa, el que salió por aquella puerta fue...
—¡Jin-san! —exclamó, tremendamente aliviada, saliendo del amparo de su compañero.
—Urg... —se quejó él, frotándose la cabeza mientras se acercaba a ellos—. Estáis aquí... ¿Os ha pasado algo malo? —preguntó Jin, acercándose a ellos—. Después de coger la pieza sentí que fui tragado y no recuerdo nada más, me he levantado en esa habitación, pero no he encontrado nada, lo siento.
—Pues de Juro no sabemos nada, le perdimos en la cocina, como a ti, y aún no le hemos podido encontrar —intervino Riko—. Venga, ahora que somos tres tenemos que buscarle y ponernos manos a la obra, ya sabemos qué es lo que tenemos que hacer para salir de aquí.
Ayame se llevó una mano al mentón pensativa.
—Nosotros íbamos a ir a la última habitación del ala este, pero si no has encontrado nada en la otra nos podemos ahorrar el esfuerzo de buscar en ella —meditó, y entonces alzó el dedo para señalar—. De aquí entonces nos queda esa última habitación —musitó, señalando la habitación más cercana—. Lo que haya tras ese pasillo —continuó, señalando al pasillo opuesto a la cocina—. Y la habitación que estaba al otro lado de donde estaba... el hombre ahorcado... Así que será mejor que continuemos en el sentido de las agujas del reloj. Vamos a la habitación del ala este —tragó saliva con esfuerzo, pero enseguida sacudió la cabeza y se volvió hacia el recién llegado—. Sigues teniendo la pieza, ¿verdad, Jin-san?
Y, cuando Riko y Ayame se dirigían hacia la única habitación del ala este que quedaba por investigar, la puerta de la habitación contraria se abrió. Ayame se escondió detrás de Riko, con todos los músculos en tensión y preparada para ver de nuevo al Ahorcado... o algo mucho peor. Pero, para su completa sorpresa, el que salió por aquella puerta fue...
—¡Jin-san! —exclamó, tremendamente aliviada, saliendo del amparo de su compañero.
—Urg... —se quejó él, frotándose la cabeza mientras se acercaba a ellos—. Estáis aquí... ¿Os ha pasado algo malo? —preguntó Jin, acercándose a ellos—. Después de coger la pieza sentí que fui tragado y no recuerdo nada más, me he levantado en esa habitación, pero no he encontrado nada, lo siento.
—Pues de Juro no sabemos nada, le perdimos en la cocina, como a ti, y aún no le hemos podido encontrar —intervino Riko—. Venga, ahora que somos tres tenemos que buscarle y ponernos manos a la obra, ya sabemos qué es lo que tenemos que hacer para salir de aquí.
Ayame se llevó una mano al mentón pensativa.
—Nosotros íbamos a ir a la última habitación del ala este, pero si no has encontrado nada en la otra nos podemos ahorrar el esfuerzo de buscar en ella —meditó, y entonces alzó el dedo para señalar—. De aquí entonces nos queda esa última habitación —musitó, señalando la habitación más cercana—. Lo que haya tras ese pasillo —continuó, señalando al pasillo opuesto a la cocina—. Y la habitación que estaba al otro lado de donde estaba... el hombre ahorcado... Así que será mejor que continuemos en el sentido de las agujas del reloj. Vamos a la habitación del ala este —tragó saliva con esfuerzo, pero enseguida sacudió la cabeza y se volvió hacia el recién llegado—. Sigues teniendo la pieza, ¿verdad, Jin-san?