24/01/2018, 00:31
Tomó una galletilla y la lanzó al aire, buscando metérsela en el gaznate al vuelo. Falló como un idiota: la pasta le golpeó en la nariz y cayó en la mesa tras rebotar un par de veces. El Uchiha se quitó las migajas de encima con un par de movimientos de manos desesperadamente ágiles, entonces agarró al dulce rebelde y se lo tragó de un bocado.
Esperaba que Ritsuko no hubiera sido consciente de tal infantilidad por su parte.
Con la pelirroja de vuelta y la crema a su alcance, el joven la vertió sobre el recipiente con el té y lo removió todo —aplastando la bolsita con las hierbas de tanto en tanto con la cuchara— hasta darse por satisfecho. Le pegó un sorbo modesto, lo justo como para comprobar la temperatura del brebaje.
«¡Demasiado caliente!», se gritó a sí mismo. Dejó reposar la taza sobre la mesa, de vuelta al lugar del que provenía, con lentitud, queriendo mantener las formas.
—Gracias por el té —la miró—. Disculpa si mi petición ha sido un poco brusca y maleducada.
Esperaba que Ritsuko no hubiera sido consciente de tal infantilidad por su parte.
Con la pelirroja de vuelta y la crema a su alcance, el joven la vertió sobre el recipiente con el té y lo removió todo —aplastando la bolsita con las hierbas de tanto en tanto con la cuchara— hasta darse por satisfecho. Le pegó un sorbo modesto, lo justo como para comprobar la temperatura del brebaje.
«¡Demasiado caliente!», se gritó a sí mismo. Dejó reposar la taza sobre la mesa, de vuelta al lugar del que provenía, con lentitud, queriendo mantener las formas.
—Gracias por el té —la miró—. Disculpa si mi petición ha sido un poco brusca y maleducada.