24/01/2018, 09:46
(Última modificación: 24/01/2018, 09:47 por Amedama Daruu.)
Ayame ahogó un grito, sumida en el terror más absoluto (y absurdo). Le gritó que no era él, señalándole con el brazo extendido. Se dio la vuelta hacia Kōri para tratar de advertirle, mientras Daruu se aguantaba la risa como bien podía.
El Hielo la instó a ir un poco más allá y le recordó que si él fuese un extraño no podría realizar la técnica de los pájaros de caramelo.
«Jodeeeer, qué soso, Kōri, podrías seguirme el rollo de vez en cuando...»
»O a no ser que sea en realidad Kiroe-san.
«¡Sí, joder, sí, te quiero, cubito de hielo andante!»
Cuando Ayame se dio la vuelta, Daruu había utilizado el Henge no Jutsu para transformar su cabeza en la de Amedama Kiroe.
—¡JAJA, SÍ! —dijo, sonriendo malévolamente—. SOY YO. KIROE-SAN. —Era el doble de perturbador, porque a pesar de todo seguía teniendo su voz.
La cabeza le estalló en una nubecilla de humo.
—Ayame, eres muy inocente —dijo—. A ver, son palitos rebozados sin espinas y que no saben nada a mar. Tienen especias y vienen con salsa y patatas. Me gustan. Es mi placer culpable. La excepción que confirma la regla.
El Hielo la instó a ir un poco más allá y le recordó que si él fuese un extraño no podría realizar la técnica de los pájaros de caramelo.
«Jodeeeer, qué soso, Kōri, podrías seguirme el rollo de vez en cuando...»
»O a no ser que sea en realidad Kiroe-san.
«¡Sí, joder, sí, te quiero, cubito de hielo andante!»
Cuando Ayame se dio la vuelta, Daruu había utilizado el Henge no Jutsu para transformar su cabeza en la de Amedama Kiroe.
—¡JAJA, SÍ! —dijo, sonriendo malévolamente—. SOY YO. KIROE-SAN. —Era el doble de perturbador, porque a pesar de todo seguía teniendo su voz.
La cabeza le estalló en una nubecilla de humo.
—Ayame, eres muy inocente —dijo—. A ver, son palitos rebozados sin espinas y que no saben nada a mar. Tienen especias y vienen con salsa y patatas. Me gustan. Es mi placer culpable. La excepción que confirma la regla.