25/01/2018, 12:21
Sin pronunciar ni una sola palabra, el Hielo asintió, y su búho nival comenzó a descender lánguidamente hacia uno de los múltiples claros del bosque. Daruu se concentró y controló a sus pájaros para que hicieran lo mismo. Las aves perdieron altura y se posaron a unos metros por encima de las copas. Agitando sus alas, bajaron hasta casi la altura del suelo, removiendo la hierba con el viento que provocaban y asustando a otros pájaros más pequeños y a unas ardillas que estaban en los árboles del borde exterior.
La bellota que sujetaba una de ellas rodó por el suelo cuando los pájaros de caramelo tomaron finalmente tierra dejándose caer y Daruu bajó al suelo. Golpeó la punta de su zapato mientras el genin estiraba el dorsal.
—¿Mmh? —Miró hacia abajo y le dio una patada a la bellota, que rebotó varias veces antes de perderse entre los arbustos—. ¡Aahhh! Qué ganas tenía de estirarme un poco.
—De aquí a Coladragón habrá una media hora de camino —dijo Kōri, aunque más bien significaba "venga, iniciemos la media hora de camino". El Hielo, sin esperar tener que dar la orden, simplemente comenzó a caminar.
Daruu comenzó a seguirle. Detrás de él, los pájaros de caramelo se deshicieron en una gelatinosa masa poco agradable a la vista, entremezclándose en un charco de color aguamarina. Cualquiera que prestase atención se daría cuenta de que en realidad, el supuesto Amedama, conjunto de técnicas tocayas al apellido familiar, sólo era una versión modificada, o más avanzada, del Mizuame, el Sirope Escarchado de la escuela de técnicas de agua.
—Una pregunta —propuso Ayame—. Se supone que queremos llamar lo menos la atención, quizás sería buena idea esconder nuestras bandanas... Aunque, olvidadlo, de todas maneras llevamos armas encima.
Daruu rió al ver que ella misma se había contestado, y sin embargo puntualizó:
—En realidad, en otras circunstancias puede ser muy buena idea. Si sales fuera del país, aunque por las armas y demás puedan imaginar que eres una kunoichi, te interesa no identificarte como shinobi de ninguna villa en completo.
»Respecto a Coladragón, no creo que pase nada si tres shinobi se pasean por ahí. No creo que seamos los únicos ninjas, y sin duda habrá guardias fijos. Lo que pasa es que entrar en la plaza con tres pájaros gigantes es como gritar "OYE, VENIMOS DE MISIÓN URGENTE, CORRED CONTÁDSELO A TODOS LOS VECINOS". No sé si me entiendes.
»De todas formas, creo que Kōri-sensei ya llama bastante la atención. Es... muy blanco. Perdón, Kōri-sensei.
La bellota que sujetaba una de ellas rodó por el suelo cuando los pájaros de caramelo tomaron finalmente tierra dejándose caer y Daruu bajó al suelo. Golpeó la punta de su zapato mientras el genin estiraba el dorsal.
—¿Mmh? —Miró hacia abajo y le dio una patada a la bellota, que rebotó varias veces antes de perderse entre los arbustos—. ¡Aahhh! Qué ganas tenía de estirarme un poco.
—De aquí a Coladragón habrá una media hora de camino —dijo Kōri, aunque más bien significaba "venga, iniciemos la media hora de camino". El Hielo, sin esperar tener que dar la orden, simplemente comenzó a caminar.
Daruu comenzó a seguirle. Detrás de él, los pájaros de caramelo se deshicieron en una gelatinosa masa poco agradable a la vista, entremezclándose en un charco de color aguamarina. Cualquiera que prestase atención se daría cuenta de que en realidad, el supuesto Amedama, conjunto de técnicas tocayas al apellido familiar, sólo era una versión modificada, o más avanzada, del Mizuame, el Sirope Escarchado de la escuela de técnicas de agua.
—Una pregunta —propuso Ayame—. Se supone que queremos llamar lo menos la atención, quizás sería buena idea esconder nuestras bandanas... Aunque, olvidadlo, de todas maneras llevamos armas encima.
Daruu rió al ver que ella misma se había contestado, y sin embargo puntualizó:
—En realidad, en otras circunstancias puede ser muy buena idea. Si sales fuera del país, aunque por las armas y demás puedan imaginar que eres una kunoichi, te interesa no identificarte como shinobi de ninguna villa en completo.
»Respecto a Coladragón, no creo que pase nada si tres shinobi se pasean por ahí. No creo que seamos los únicos ninjas, y sin duda habrá guardias fijos. Lo que pasa es que entrar en la plaza con tres pájaros gigantes es como gritar "OYE, VENIMOS DE MISIÓN URGENTE, CORRED CONTÁDSELO A TODOS LOS VECINOS". No sé si me entiendes.
»De todas formas, creo que Kōri-sensei ya llama bastante la atención. Es... muy blanco. Perdón, Kōri-sensei.