26/01/2018, 22:19
Datsue se inclinó hacia adelante, apoyando los antebrazos en la barandilla de la pasarela, y suspiró. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué detenerse en su viaje? Él lo sabía muy bien, pero prefería ponerse una venda en los ojos y no admitirlo. Estaba buscando una excusa, cualquier motivo que le impidiese terminar su viaje y llegar a su destino.
Porque su destino era la Ribera del Norte. Había pasado más de un año desde su partida, y el Uchiha se había puesto melancólico. Tenía morriña. ¿Estarían bien sus padres? ¿Seguirían como siempre? ¿Le echarían de menos? Quería saberlo. Necesitaba saberlo. Mucho más de lo que jamás admitiría. Por eso, había partido desde Uzushiogakure no Sato con la idea de realizar un Henge no Jutsu una vez llegado. No quería que le reconociesen. No quería tener que dar explicaciones. Simplemente, quería verles. Ver que estaban bien.
Pero a medida que se iba acercando, mayores eran los nervios. ¿Y si no lo estaban? ¿Y si le reconocían? ¿Y si…?
Y entre más y más preguntas, Datsue tomó un desvío y acabó encontrando su excusa.
—¿Qué ven tus ojos? —preguntó, en voz alta, al chico que acababa de reconocer. No era muy difícil: aquellos ojos blancos tan característicos suyos eran inconfundibles. Estaba allí plantado, sobre una roca, contemplando una cascada que desafiaba toda lógica natural—. Los míos me muestran algo imposible.
Porque su destino era la Ribera del Norte. Había pasado más de un año desde su partida, y el Uchiha se había puesto melancólico. Tenía morriña. ¿Estarían bien sus padres? ¿Seguirían como siempre? ¿Le echarían de menos? Quería saberlo. Necesitaba saberlo. Mucho más de lo que jamás admitiría. Por eso, había partido desde Uzushiogakure no Sato con la idea de realizar un Henge no Jutsu una vez llegado. No quería que le reconociesen. No quería tener que dar explicaciones. Simplemente, quería verles. Ver que estaban bien.
Pero a medida que se iba acercando, mayores eran los nervios. ¿Y si no lo estaban? ¿Y si le reconocían? ¿Y si…?
Y entre más y más preguntas, Datsue tomó un desvío y acabó encontrando su excusa.
—¿Qué ven tus ojos? —preguntó, en voz alta, al chico que acababa de reconocer. No era muy difícil: aquellos ojos blancos tan característicos suyos eran inconfundibles. Estaba allí plantado, sobre una roca, contemplando una cascada que desafiaba toda lógica natural—. Los míos me muestran algo imposible.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado