28/01/2018, 19:36
—Agua y un zumo de naranja, ¡sí!
La cocinera y dueña del puesto de ramen desapareció un momento tras el mostrador y luego volvió a incorporarse. Puso una botella de agua fría y un brick de zumo sobre la barra, delante de Ralexion y Ritsuko —respectivamente— y luego se dio media vuelta y siguió con su cocina.
Un rato después los genin tendrían delante de sí sendos cuencos humeantes y de delicioso aroma, repletos hasta la bandera del gustoso guiso que habían pedido. La mujer del puesto les dio ademas un par de palillos a cada uno y una servilleta de papel.
—¡Que aproveche!
Mientras recogía algunos de sus utensilios y los muchachos comían, la dueña silbaba una popular cancioncilla de los Arrozales del Silencio. Ninguno de los dos genin se sabía la letra, pero por la melodía sí podrían haber oído que trataba de una muchacha que se escapaba de casa para conocer mundo y vivir grandes aventuras, como los héroes y heroínas de los cuentos. Viniendo de un lugar tan pacífico como los Arrozales, no era de extrañar que semejantes fantasías permeasen en la mentalidad de la gente.
—¿Y qué os trae por este camino? ¿Algún encargo quizás?
La cocinera y dueña del puesto de ramen desapareció un momento tras el mostrador y luego volvió a incorporarse. Puso una botella de agua fría y un brick de zumo sobre la barra, delante de Ralexion y Ritsuko —respectivamente— y luego se dio media vuelta y siguió con su cocina.
Un rato después los genin tendrían delante de sí sendos cuencos humeantes y de delicioso aroma, repletos hasta la bandera del gustoso guiso que habían pedido. La mujer del puesto les dio ademas un par de palillos a cada uno y una servilleta de papel.
—¡Que aproveche!
Mientras recogía algunos de sus utensilios y los muchachos comían, la dueña silbaba una popular cancioncilla de los Arrozales del Silencio. Ninguno de los dos genin se sabía la letra, pero por la melodía sí podrían haber oído que trataba de una muchacha que se escapaba de casa para conocer mundo y vivir grandes aventuras, como los héroes y heroínas de los cuentos. Viniendo de un lugar tan pacífico como los Arrozales, no era de extrañar que semejantes fantasías permeasen en la mentalidad de la gente.
—¿Y qué os trae por este camino? ¿Algún encargo quizás?