28/01/2018, 21:56
Ralexion abrió la botella de agua y eliminó casi la mitad del líquido que contenía de una sola sentada. Exhaló con suma satisfacción. «¡Oh sí! ¡Ya iba haciendo falta!». Ahora solo faltaba esperar por el ramen y casi se atraveía a decir que volvería a sentirse en plena forma. Nada más lejos de la realidad, por supuesto, pero el estado anímico ayudaba mucho y la comida siempre se lo alzaba.
Entonces llegaron los tazones de ramen. El Uchiha se relamió como si fuese del campo —porque lo era— y se llenó los pulmones con la exuberante fragancia de los fideos.
—¡Que aproveche! —y se lanzó a engullir.
Los fideos estaban, por expresarlo de una manera simplista, deliciosos. La sopa, la carne, y en especial el toque picante —que estaba bien fuerte, como le gustaba al muchacho— eran sobresalientes. Ralexion se puso a comer y solo paró para responder a las preguntas de la tendera.
—Somos ninjas de Kusagakure —afirmó con la boca llena, señalando con la diestra el protector de su frente—. Nos han encargado arreglar unos cuantos santuarios que han vandalizado por estos caminos.
Entonces llegaron los tazones de ramen. El Uchiha se relamió como si fuese del campo —porque lo era— y se llenó los pulmones con la exuberante fragancia de los fideos.
—¡Que aproveche! —y se lanzó a engullir.
Los fideos estaban, por expresarlo de una manera simplista, deliciosos. La sopa, la carne, y en especial el toque picante —que estaba bien fuerte, como le gustaba al muchacho— eran sobresalientes. Ralexion se puso a comer y solo paró para responder a las preguntas de la tendera.
—Somos ninjas de Kusagakure —afirmó con la boca llena, señalando con la diestra el protector de su frente—. Nos han encargado arreglar unos cuantos santuarios que han vandalizado por estos caminos.