29/01/2018, 00:37
—¡Ah, sí, veo vuestras bandanas! —apuntó la señora, sonriente—. ¿Así que os han mandado de reparaciones, eh? Eso está bien. Es agradable saber que los ninjas de la Hierba se preocupan por nosotros.
Mientras, Ritsuko mantenía su mutis.
El ramen les duraría poco, dado el hambre que arrastraban ambos. Cuando hubieron terminado, la dueña del puesto les extendió una factura simplificada.
—A ver... Sí, aquí está. Son quince ryos en total.
En el ticket se podía ver el desglose; un ryo por la botella de agua pequeña, dos ryos por el zumo de naranja, y seis ryos por cada tazón de ramen.
—¡Pero bueno! Dadme cinco ryos cada uno y arreglado —agregó la cocinera, con una carcajada y ligeramente ruborizada, rascándose la nuca con su mano derecha—. ¡Que no se diga que Rakuyo Misae no colabora con las fuerzas del bien!
Una vez terminaran, podrían ponerse en marcha hacia el siguiente santuario.
Mientras, Ritsuko mantenía su mutis.
El ramen les duraría poco, dado el hambre que arrastraban ambos. Cuando hubieron terminado, la dueña del puesto les extendió una factura simplificada.
—A ver... Sí, aquí está. Son quince ryos en total.
En el ticket se podía ver el desglose; un ryo por la botella de agua pequeña, dos ryos por el zumo de naranja, y seis ryos por cada tazón de ramen.
—¡Pero bueno! Dadme cinco ryos cada uno y arreglado —agregó la cocinera, con una carcajada y ligeramente ruborizada, rascándose la nuca con su mano derecha—. ¡Que no se diga que Rakuyo Misae no colabora con las fuerzas del bien!
Una vez terminaran, podrían ponerse en marcha hacia el siguiente santuario.