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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Bienvenida, Primavera del año 218.

Habían transcurrido unas cuantas semanas desde sus turbias peripecias junto a Uchiha Akame en Tane-Shigai. El templo, la emboscada, Kurosaki Nue... todo ello viviría por siempre en la memoria del joven kusajin, tanto para bien como para mal.

Consideró que ya iba siendo hora de retornar a la capital del País del Bosque y comprobar si el ya mencionado había sobrevivido a la peligrosa trama de los secretos de Uróboros y cumplido con su promesa de prestarle al genin de Kusa un par de tomos que le iluminasen sobre la historia y poderes de su temido clan.

Emprendió el viaje a pie tras solicitar el permiso pertinente para abandonar la aldea por asuntos personales durante unos días. Se vistió con sus ropajes habituales, una robusta capa de viaje y a la espalda se echó una mochila con provisiones suficientes para la idea y para la vuelta. También se armó, pero como era costumbre en él dejó el hitai-ate de Kusagakure al no estar de servicio.

***

Días más tarde se plantó frente a las concurridas puertas de Tane-Shigai. El viaje había sido tranquilo, carente de cualquier evento digno de mención. El moreno evitó las sendas y atravesó campo a través, navegando entre las arboledas de la ruta en tal de reducir el tiempo de viaje, motivo por el que no se cruzó con ningún viajero.

Discurrió entre las mareas de gente que inundaban la ciudad como si se tratase de un fantasma: ágil y discreto. La sola visión de las plataformas y característicos edificios de la capital evocaban en su mente unos recuerdos especialmente amargos. Por esta razón avanzaba a toda prisa en lugar de mantener un ritmo más ocioso como tendía a hacer; no pretendía ni pasar la noche allí, daría con lo que buscaba y retornaría a Kusagakure no Sato por donde había venido.

Sus pasos le condujeron al distrito comercial, en concreto a una tienda de víveres llamada "La cosecha", la cual se centraba en la venta de frutas, verduras y hortalizas así como derivados y otros artículos alimenticios de miscelánea. Ralexion era asiduo a este local por el sake de excelente calidad que vendían a un precio más que razonable. Todavía no sabía a ciencia cierta si lo destilaban los propios dueños o se lo compraban a algún artesano ajeno a ellos, pero ese no sería el día en que aprovechando una conversación casual se animaría a despejar sus dudas, no, su mente se veía agitada en demasía y solo deseaba recuperar lo prometido para poder partir.

El tendero con el que siempre se topaba el Uchiha al comprar allí, ya nevase o granizase, era un hombre de unos 40 años, aspecto fornido y tez morena. El perfecto arqueotipo de campesino. Estaba vestido con una túnica holgada de color gris, unas boltas negras altas y un delantal largo de color azul. Estaba calvo, pero para compensar llevaba una barba de lo más frondosa y morena.

Tan pronto el joven puso un pie en el interior del establecimiento, el hombre sonrió y le dedicó unas palabras.

No me digas que ya has terminado con todo el sake que te llevaste la última vez, amigo.

No estoy aquí por eso, lo siento —respondió, lacónico, en contraste con el buen humor de su colocutor—. Siento las molestias, pero parece ser que un envío dirigido a mí terminó en vuestra tienda por error. ¿Habéis recibido algo a mi nombre? Es Uchiha Ralexion.

El dependiente se carcajeó. Sacó algo de detrás del mostrador, un paquete de papel atado con un cordel de caucho. Lo dejó reposar encima del mueble.

Llegó hace un par de días, me quedé bastante extrañado. Así que era tuyo... vaya con estos mensajeros, que torpes, eh —continuó riendo.

Y tanto... —masculló el Uchiha, que se iba aproximando con pasos parsimoniosos al encuentro del paquete.

El hombre se recostó sobre el mostrador, ocultando parcialmente el objeto entre sus voluminosos brazos.

Vivir en Kusagakure, a pesar de todas sus ventajas, debe de ser una molestia a la hora de recibir mensajería del exterior, supongo.

Ralexion paró en seco. El tendero le había calado sin problemas. El susodicho añadió:

Es lo que tiene vivir en un lugar oculto... Pero me estoy desviando, no tiene nada que ver conmigo —se incorporó y encogió de hombros—. Mira, shinobi-kun, pareces un chaval majete y un excelente cliente, aunque me apena la idea de que un jovencito como tú se convierta en un borracho con tanta precocidad. El caso es que soy un tipo humilde, ¿me entiendes? No tengo problema con vosotros, los ninja, y siempre acato la ley. La cuestión está en que no quiero problemas, ni ahora ni en el futuro. Por favor, no uses mi tienda como un punto de recogida clandestino, ¿vale? Me gustaría que nuestra relación sea estrictamente de cliente y vendedor.

El moreno bajó el rostro, apenado. Sí, quizás se había precipitado a la hora de usar aquella tienda sin consentimiento de su dueño, al cual apenas conocía, ¿pero de qué alternativa gozaba? Ninguna. Un mensajero cualquiera no habría sido capaz de dar con Kusagakure; revelar la posición de la aldea a Akame era, sin espacio a interpretaciones, un delito de alta traición. Puesto en una tesitura similar lo habría vuelto a hacer.

Como ya dije antes, me disculpo enormemente por las molestias que le he causado. Le aseguro que usted y su tienda no se encuentran en peligro alguno. Lo que tiene ahí no es nada relacionado con una misión secreta ni nada similar, es simplemente unos obsequios de un amigo al que, como comprenderá, no le podía dar direcciones para llegar hasta la aldea, así que pensé que este sería un buen lugar de entrega para el paquete. Al fin y al cabo, no conozco a nadie en Tane-Shigai. Entiendo lo maleducado de mis actos, ruego que me perdone.

El fornido campesino cruzó los brazos y se mantuvo unos momentos en silencio, mirando a Ralexion con una expresión algo indiferente. Acto seguido se encogió de hombros una vez más y suspiró.

Me siento aliviado al saber que no es nada serio. A decir verdad tu pequeño paquete me tuvo preocupado durante unos días, entre que no sabía de dónde había salido y tampoco tenía claro si sería buena idea abrirlo... Chico, agradezco tu honestidad, pero como ya has dicho, ¡menudas libertades más irrespetuosas te has tomado! Hazme el favor de llevarte esto y desaparecer, anda.

El Uchiha suspiró, entonces asintió con semblante ausente. Caminó hasta el mostrador, quedando cara a cara con el tendero. Tomó el paquete con lentitud, utilizando la mano derecha. Sintió el peso de los objetos en el interior de este con claridad. «Dos libros.».

Giró sobre sus talones y se dispuso a salir del establecimiento. A su espalda percibió la voz del hombre, algo más suave que hacía unos momentos.

Pero esto no significa que ya no quiera tu dinero. Espero que vengas por más sake cuando te haga falta.

El pelinegro esbozó una media sonrisa, algo melancólica. Sin desviar el rostro asintió con brevedad y empujó la puerta para atravesar el umbral al exterior. Atrás quedó La cosecha.

Avanzó apresuradamente, buscando un punto tranquilo de la ciudad y sus distintas plataformas; cualquiera le serviría mientras gozase de poco o ningún tránsito. Tras unos diez minutos de lo que para observadores externos debió de ser el joven con más prisa de toda la capital, el genin dio con un punto adecuado a sus necesidades. Era una plataforma desprovista de cualquier tipo de construcción, utilizada como punto de observación, ya que desde ella se gozaba de una idílica visión de los parajes cercanos. Se encontraba vacía a excepción de un par de grupos de turistas que charlaban entre ellos o deleitaban su visión con aquella estampa.

El muchacho se retiró a un extremo apartado del lugar y, con el paquete todavía entre las manos, se agachó. Desató el cordel con precaución extrema y apartó el papel. Efectivamente, lo que se ocultaba en el interior del fardo eran dos tomos: uno forrado en cuero, en excelente estado, y el otro tenía tapas de tela, maltrecho hasta la saciedad. Se titulaban "Historia Uchiha" y "Los secretos del Sharingan", respectivamente. Nervioso, hojeó las páginas con celeridad para comprobar que, efectivamente, trataban sobre los temas que las portadas prometían.

No tardó en darse por satisfecho, rehacer el nudo y guardarlo todo en su zurrón. El joven mostraba una disposición subversiva, como si fuese un criminal en plena faena, pero afortunadamente para él, nadie le prestó atención. Tane-Shigai era una ciudad muy grande, al fin y al cabo.

Con sus objetivos cumplidos, Ralexion abandonó la capital y emprendió el camino de vuelta a la villa.

***

El retorno no resultó tan tranquilo. No se topó con humanos o animales hostiles, el bosque se mostró tan bondadoso como a la ida, mas el Uchiha fue emboscado por el peor enemigo de cualquiera: uno mismo.

Tane-Shigai había renovado los recuerdos y sensaciones que había experimentado durante el interrogatorio de Kurosaki Nue. Toda la rabia, el miedo, el asco... los gritos, los golpes, los olores. Todo. La ansiedad comenzó a asfixiarlo mientras saltaba de árbol en árbol a gran velocidad. Aquella distracción, sumada a las dificultades respiratorias, le condujeron a tropezar y caer al suelo. Por fortuna no sufrió ninguna herida importante, tan solo magulladuras y un par de nimios cortes. Pero su estado físico se encontraba enormemente eclipsado por su estado mental en aquellos momentos.

Tuvo que quedarse sobre la hierba, en posición fetal, durante lo que para el Uchiha fue una eternidad hasta que comenzó a calmarse. Lloró como un descosido, lloró de la misma manera que había sollozado cuando le contó a su comatosa hermana, durante una de sus visitas habituales, que había matado a un hombre.

Cuando pudo ponerse en pie resumió la marcha, esta vez con un ritmo dolorosamente mermado.

Una vez de vuelta en Kusagakure se refugió en la privacidad de su apartamento. Llegó a últimas horas de la tarde. A pesar de su alicaído humor se dispuso a comenzar las novelas tras una cena frugal, compuesta por arroz y sopa de miso.

¿Con cuál de los dos debería de empezar? —le preguntó al bonsai que habitaba el centro del kotatsu, en el salón.

Ambos libros estaban frente a él, sobre la misma mesa que el vegetal. "Historia Uchiha" y "Los secretos del Sharingan". Ciertamente, el segundo picaba su atención más que el primero, pero el joven también deseaba conocer sus raíces en mayor detalle.

Dejemos lo mejor para el final —sentenció.

El moreno tomó el tomo que contenía los anales históricos del clan. Ni corto ni perezoso comenzó a leer. El compendio había sido redactado con lenguaje culto, algo que le dificultó en demasía la lectura a Ralexion. De por sí necesitó más de media hora para finalizar el prefacio, que se le antojó grandilocuente y zarrapastroso.

A pesar de que el tomo no era extremadamente largo, el joven necesitó de unos cuantos días para terminarlo. Gracias al referido aprendió sobre los orígenes del clan, la relación de los Uchiha con Rikudō Sennin, figuras de alta importancia como Uchiha Hazama, etcétera. Todo ello le creó una curiosidad por la historia en general. Se propuso dar un paseo hasta la biblioteca de la aldea y aprender sobre la situación pasada y actual del mundo en profundidad, pero ahora mismo tenía otros planes en mente. Le había llegado el turno al deshilachado tomo sobre el Sharingan.

Este sí que hizo las delicias del joven sediento de conocimientos. La gramática era clara, concisa y solía ir al grano. Hablaba del Dōjutsu con reverencia, como si hubiese sido escrito por un observador externo obsesionado con los Uchiha. Describía las tres fases del ojo con todo lujo de detalles, información basada en observaciones del anónimo autor y entrevistas con supuestos Uchihas reales que lo habían desarollado. ¡Si hasta disponía de impresionantes ilustraciones dibujadas a mano! Una pena que la condición del libro no fuese mejor, ya que el paso del tiempo las había dejado borrosas.

Gracias a esa publicación entendió que el Sharingan se dividía en tres fases en base a su cantidad de aspas, además de las capacidades conocidas de cada una de ellas. «¡¿Puedo copiar técnicas con él?! ¡Wow, tendré que ponerlo en práctica cuando pueda!», el muchacho descubrió varias utilidades de las que no era consciente. Finalmente el tomo hablaba de la existencia de una cuarta forma del ojo, la "definitiva". A partir de ese punto la información parecía degenerar en una mezcla de rumores y suposiciones sin base del autor, pero el referido aseguraba con actitud férrea la existencia de esa legendaria —además de hipotética— forma. Hizo especial mención a Uchiha Hazama, el cual se cuenta que la obtuvo al sufrir la pérdida de su buen amigo Senju Kyōsuke. En cualquiera de los casos, ese poder oculto del Sharingan estaba rodeado por una gruesa capa de niebla y misterio.

Ralexion no tuvo claro qué pensar al respecto, mas no tardó en olvidarlo y centrarse en las capacidades del Sharingan que sí eran verídicas.

Se plantó frente al espejo del baño con su Dōjutsu activo, el cual observó durante un buen rato. Con los dedos de la mano diestra apartó el párpado para verlo con mayor claridad. Las dos aspas, producto de su propia sangre y su propio chakra, le saludaban desde el reflejo.

Sonrió.

Vamos a exprimir al máximo tus poderes y seremos invencibles, ¿vale, colega?
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[Unific] De Uchihas y su procedencia - por Karma - 1/02/2018, 18:09


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