30/01/2018, 23:43
Los muchachos tomaron sendos pinceles y, usando su parca habilidad para la pintura y un par de cubos metálicos de contenido viscoso, la emprendieron a brochazos con el santuario. Al principio parecía que las pintadas iban a quedar cubiertas fácilmente, pero luego se dieron cuenta de que la tinta que habían usado para escribirlas era sumamente resistente, y al cabo de unos minutos volvió a aflorar sobre la primera capa de pintura.
Tuvieron que darle dos manos más antes de que el santuario quedara como nuevo. Con la satisfacción del deber casi cumplido, los shinobi podrían ponerse en marcha hacia el siguiente santuario.
Tuvieron que darle dos manos más antes de que el santuario quedara como nuevo. Con la satisfacción del deber casi cumplido, los shinobi podrían ponerse en marcha hacia el siguiente santuario.