31/01/2018, 00:10
El pelinegro contaba con tener que darle más de una capa al santuario, pero no esperaba que la tinta utilizada por los vándalos fuese a ser tan irritante. Su expresión se mostró bien descontenta cuando comprobó que, tras dar la segunda capa, las letras aún eran capaces de abrirse paso entre la pintura reciente.
Pero Ralexion perseveró y como dice el dicho, a la tercera va la vencida, así fue. Gracias a los esfuerzos combinados de la pareja ya había un santuario menos del que preocuparse.
—¡Solo uno más, Ritsuko! ¡Vamos! —animó a la pelirroja.
Se puso en marcha, siendo la vanguardia del avance, como debía ser. Así Ritsuko no se perdería, como siempre. Silbó de nuevo una cancioncilla que conocía desde su niñez, muy famosa en Uji.
Pero Ralexion perseveró y como dice el dicho, a la tercera va la vencida, así fue. Gracias a los esfuerzos combinados de la pareja ya había un santuario menos del que preocuparse.
—¡Solo uno más, Ritsuko! ¡Vamos! —animó a la pelirroja.
Se puso en marcha, siendo la vanguardia del avance, como debía ser. Así Ritsuko no se perdería, como siempre. Silbó de nuevo una cancioncilla que conocía desde su niñez, muy famosa en Uji.