31/01/2018, 11:43
—Teniendo en cuenta que nosotros tres ya estamos juntos, sí que deberíamos buscarle, no tenemos que dejar a nadie solo, no es buena idea — Razonó Riko, antes de volverse hacia Jin—. ¿Tú qué opinas Jin?
—Creo que deberíamos buscarle, no sabemos por lo que estará pasando —respondió Jin, cruzándose de brazos, y Ayame asintió. Aquella era, quizás, la primera vez que se ponían de acuerdo en aquella noche.
Sin embargo, antes de que se pusieran en marcha, Riko exclamó:
—¡Chicos! ¡He encontrado algo!
Tanto Jin como Ayame se acercaron al peliblanco rápidamente, que sostenía triunfal una llave algo oxidada y que parecía haber encontrado al rebuscar entre las estanterías.
—¿De dónde ser...? —comenzó a preguntar Ayame, pero calló de golpe cuando le pareció oír algo en el piso de arriba. Al agudizar el oído, el sonido se convirtió en un rumor en forma de voces—. Hay dos personas arriba... —susurró, pálida como la cera, intercambiando una aterrorizada mirada con sus compañeros. No llegaba a comprender lo que estaban diciendo, pero se suponía que sólo faltaba un integrante del grupo. Y si estaba escuchando a dos personas, eso quería decir...—. Juro-san no está solo...
«¿Los cazadores han entrado en la casa? ¡Ay, espero que Juro-san esté bien!»
—Puede que Juro esté en problemas, ¡vamos! —exclamó Jin, pero se paró casi de forma instantánea—. Espera, no tenemos armas, ni chakra... Deberíamos idear un plan o ir despacio, con cuidado, si no esto va a ser difícil —sugirió, dándose la vuelta para encarar a Ayame y a Riko —. ¿Alguna idea?
Ayame hundió los hombros. Sin armas y sin chakra, difícilmente podían idear un ataque sorpresivo. Ni siquiera ella podía transformarse en agua y acercarse para espiar, o lanzar una bomba de humo para distraer al posible agresor de su compañero. Contaban sólo con su cuerpo, y ella no era muy fuerte físicamente hablando. Tendría que confiar en sus reflejos.
—Creo que el momento de ir con cuidado ha pasado, Juro puede estar en serios problemas, ¡tenemos que ir a ayudarle ya! Ya pensaremos algo cuando estemos con él. ¡Vamos! ¡No podemos separarnos! —replicó Riko, antes de echar a correr de repente.
Ayame, alarmada por el arrojo de el de Uzushiogakure, no dudó en lanzarse hacia delante para tomarle del brazo y detenerle.
—¡Espera, Riko-san! ¡Yo también estoy preocupada por Juro-san, pero es una locura lanzarnos así sin saber quién es o cuántos son nuestros enemigos! —dijo, con los ojos brillantes por el temor y la angustia—. Creo... me ha parecido escuchar dos voces diferentes arriba, así que si Juro-san es una de ellas, eso quiere decir que la otra es alguien a quien no conocemos. En el peor de los casos, uno de esos cazadores... Deberíamos ir despacio, intentar pasar desapercibidos y no llamar su atención, y una vez tengamos una visión completa de la situación, decidir qué hacer...
—Creo que deberíamos buscarle, no sabemos por lo que estará pasando —respondió Jin, cruzándose de brazos, y Ayame asintió. Aquella era, quizás, la primera vez que se ponían de acuerdo en aquella noche.
Sin embargo, antes de que se pusieran en marcha, Riko exclamó:
—¡Chicos! ¡He encontrado algo!
Tanto Jin como Ayame se acercaron al peliblanco rápidamente, que sostenía triunfal una llave algo oxidada y que parecía haber encontrado al rebuscar entre las estanterías.
—¿De dónde ser...? —comenzó a preguntar Ayame, pero calló de golpe cuando le pareció oír algo en el piso de arriba. Al agudizar el oído, el sonido se convirtió en un rumor en forma de voces—. Hay dos personas arriba... —susurró, pálida como la cera, intercambiando una aterrorizada mirada con sus compañeros. No llegaba a comprender lo que estaban diciendo, pero se suponía que sólo faltaba un integrante del grupo. Y si estaba escuchando a dos personas, eso quería decir...—. Juro-san no está solo...
«¿Los cazadores han entrado en la casa? ¡Ay, espero que Juro-san esté bien!»
—Puede que Juro esté en problemas, ¡vamos! —exclamó Jin, pero se paró casi de forma instantánea—. Espera, no tenemos armas, ni chakra... Deberíamos idear un plan o ir despacio, con cuidado, si no esto va a ser difícil —sugirió, dándose la vuelta para encarar a Ayame y a Riko —. ¿Alguna idea?
Ayame hundió los hombros. Sin armas y sin chakra, difícilmente podían idear un ataque sorpresivo. Ni siquiera ella podía transformarse en agua y acercarse para espiar, o lanzar una bomba de humo para distraer al posible agresor de su compañero. Contaban sólo con su cuerpo, y ella no era muy fuerte físicamente hablando. Tendría que confiar en sus reflejos.
—Creo que el momento de ir con cuidado ha pasado, Juro puede estar en serios problemas, ¡tenemos que ir a ayudarle ya! Ya pensaremos algo cuando estemos con él. ¡Vamos! ¡No podemos separarnos! —replicó Riko, antes de echar a correr de repente.
Ayame, alarmada por el arrojo de el de Uzushiogakure, no dudó en lanzarse hacia delante para tomarle del brazo y detenerle.
—¡Espera, Riko-san! ¡Yo también estoy preocupada por Juro-san, pero es una locura lanzarnos así sin saber quién es o cuántos son nuestros enemigos! —dijo, con los ojos brillantes por el temor y la angustia—. Creo... me ha parecido escuchar dos voces diferentes arriba, así que si Juro-san es una de ellas, eso quiere decir que la otra es alguien a quien no conocemos. En el peor de los casos, uno de esos cazadores... Deberíamos ir despacio, intentar pasar desapercibidos y no llamar su atención, y una vez tengamos una visión completa de la situación, decidir qué hacer...