5/02/2018, 18:16
La respuesta al súbito e inesperado espectáculo de mortífera pirotecnia que desplegó Ralexion con el simple uso de su chakra Katon no se hizo de rogar. Tampoco fue distinta a lo que —probablemente— el Uchiha esperaba; no, aquellos estudiantes reivindicativos hicieron exactamente lo que todos pensaban que iban a hacer.
Salir corriendo.
Mientras el resplandor anaranjado del gigantesco Goukakyuu de Ralexion desaparecía en el cielo vespertino, el grupo de muchachos huía a todo correr entre gritos, tropiezos y maldiciones. Seguramente ninguno de ellos hubiera visto jamás un jutsu así, o empuñado un arma, y estaba claro que tampoco querían quedarse para comprobarlo. Su palabrería se había esfumado, abrasada por el miedo a la técnica de Ralexion.
—¡Brutalidad policial! ¡Brutalidad policial! —gritaba el de la coleta, agitando un puño mientras encabezaba la vanguardia de la huída.
Momentos después, de los activistas sólo quedó la humareda de polvo en suspensión que habían dejado al echar a correr por el sendero en dirección a Tane-Shigai. Por parte de los genin, al examinar el santuario se darían cuenta de que aquel todavía no había sido maltratado por los estudiantes, de modo que no eran necesarias ningunas reparaciones. Tampoco había caja de herramientas o materiales allí —a pesar de que el lugar sí había sido marcado por el monje Tomazuchi—, de modo que podían asumir que su misión había terminado.
Salir corriendo.
Mientras el resplandor anaranjado del gigantesco Goukakyuu de Ralexion desaparecía en el cielo vespertino, el grupo de muchachos huía a todo correr entre gritos, tropiezos y maldiciones. Seguramente ninguno de ellos hubiera visto jamás un jutsu así, o empuñado un arma, y estaba claro que tampoco querían quedarse para comprobarlo. Su palabrería se había esfumado, abrasada por el miedo a la técnica de Ralexion.
—¡Brutalidad policial! ¡Brutalidad policial! —gritaba el de la coleta, agitando un puño mientras encabezaba la vanguardia de la huída.
Momentos después, de los activistas sólo quedó la humareda de polvo en suspensión que habían dejado al echar a correr por el sendero en dirección a Tane-Shigai. Por parte de los genin, al examinar el santuario se darían cuenta de que aquel todavía no había sido maltratado por los estudiantes, de modo que no eran necesarias ningunas reparaciones. Tampoco había caja de herramientas o materiales allí —a pesar de que el lugar sí había sido marcado por el monje Tomazuchi—, de modo que podían asumir que su misión había terminado.