6/02/2018, 13:35
Cuando el clon de nieve de Kōri abrió la puerta, Daruu entornó los ojos, se mordió el labio hasta que se hizo sangre y apretó los puños clavándose las uñas. Pero no dejó de mirar a lo que había en el interior, porque sabía que tendría que acostumbrarse a ello tarde o temprano, tal y como su maestro intentaba explicar a Ayame. Sintió miedo, y sobretodo angustia, pero ya no le quedaba nada que vomitar. Su estómago rugió con hambre. Se sintió como un ser asqueroso, pero eso más tarde le haría reflexionar sobre algo:
Somos seres vivos. Nacemos, crecemos, nos reproducimos. Tenemos necesidades. Y luego, morimos. Algunos más pronto que tarde. Que estuviera horrorizado no borraba que su estómago pidiera rellenar el hueco que había vaciado antes. El cuerpo, normalmente, era más listo que la mente.
Habían muchos esqueletos. Más de diez, al menos. O una banda entera de ladrones había entrado a atracar a una viejecita indefensa, o eran asaltantes entre tiempos dispares. Algo llamó la atención de Daruu, y es que todavía llevaban ropa puesta. No había sangre seca en el suelo, ni restos de armas ni de nada que pudiera haberlos matado. Sólo aquél libro, abierto de par en par, esperando.
El clon entró en la sala esquivando los huesos, y ya iba por la mitad de la habitación sin que nada relevante sucediese.
Somos seres vivos. Nacemos, crecemos, nos reproducimos. Tenemos necesidades. Y luego, morimos. Algunos más pronto que tarde. Que estuviera horrorizado no borraba que su estómago pidiera rellenar el hueco que había vaciado antes. El cuerpo, normalmente, era más listo que la mente.
Habían muchos esqueletos. Más de diez, al menos. O una banda entera de ladrones había entrado a atracar a una viejecita indefensa, o eran asaltantes entre tiempos dispares. Algo llamó la atención de Daruu, y es que todavía llevaban ropa puesta. No había sangre seca en el suelo, ni restos de armas ni de nada que pudiera haberlos matado. Sólo aquél libro, abierto de par en par, esperando.
El clon entró en la sala esquivando los huesos, y ya iba por la mitad de la habitación sin que nada relevante sucediese.