8/02/2018, 12:53
Las palabras iban y venían, sólo acompañadas por el crujir de la madera bajo sus pies y el sugerente susurro de las olas acariciando los tablones.
—Probablemente deberíamos, precisamente, tener cuidado con esa gente que sigue aquí encerrada —intervino Daruu—. Ponte de su parte por un momento. En el mundo real, tu cuerpo está muerto. No tienes un sitio donde volver. En este libro, tienes la conciencia y el alma atrapada eternamente, pero estás vivo. Y probablemente feliz, después de tanto tiempo, si te has acostumbrado. No es diferente de mudarse a otro lugar. Pierdes a tus amigos, a tu familia, pero al final te acostumbras, y más si te dan todo lo que pudieras querer.
Ayame palideció al escucharle. No le estaría tentando la idea de que quedarse allí no estaría tan mal, ¿verdad?
—En ese sentido, me considero afortunado de ser un soso sin pretensiones —continuó—. Vivo bien, tenemos un negocio familiar. Estoy bien con mi madre. Me gusta la aldea. ¿Qué coño podría querer? Na, gracias, no me vas a convencer, vieja asquerosa.
«Menos mal...» Suspiró Ayame, profundamente aliviada.
—Esas personas... Shiruuba... Morirían si el libro es destruido, por eso ella quiere mantenernos aquí —murmuró Ayame, casi para sí. Levantó la mirada, tratando de ver algo en el horizonte—. ¡Pero yo no he elegido "mudarme" aquí! Quiero seguir en Amegakure, viviendo mi vida normal. No quiero convertirme en una especie de espíritu residente en un libro. ¡Ni hablar!
»¿Creéis que esto llevará a algún sitio?
—Probablemente deberíamos, precisamente, tener cuidado con esa gente que sigue aquí encerrada —intervino Daruu—. Ponte de su parte por un momento. En el mundo real, tu cuerpo está muerto. No tienes un sitio donde volver. En este libro, tienes la conciencia y el alma atrapada eternamente, pero estás vivo. Y probablemente feliz, después de tanto tiempo, si te has acostumbrado. No es diferente de mudarse a otro lugar. Pierdes a tus amigos, a tu familia, pero al final te acostumbras, y más si te dan todo lo que pudieras querer.
Ayame palideció al escucharle. No le estaría tentando la idea de que quedarse allí no estaría tan mal, ¿verdad?
—En ese sentido, me considero afortunado de ser un soso sin pretensiones —continuó—. Vivo bien, tenemos un negocio familiar. Estoy bien con mi madre. Me gusta la aldea. ¿Qué coño podría querer? Na, gracias, no me vas a convencer, vieja asquerosa.
«Menos mal...» Suspiró Ayame, profundamente aliviada.
—Esas personas... Shiruuba... Morirían si el libro es destruido, por eso ella quiere mantenernos aquí —murmuró Ayame, casi para sí. Levantó la mirada, tratando de ver algo en el horizonte—. ¡Pero yo no he elegido "mudarme" aquí! Quiero seguir en Amegakure, viviendo mi vida normal. No quiero convertirme en una especie de espíritu residente en un libro. ¡Ni hablar!
»¿Creéis que esto llevará a algún sitio?