18/08/2015, 17:01
Sayaka se encontraba sentada en primera línea de aquel gran patio de butacas que se había praparado para la ocasión, ataviada con un fino vestido negro de manga corta abullonada, con una gran falda abultada por unas enaguas para acentuar la precaria cintura de una chica de tan sólo diez años. El cabello dorado lo llevaba recogido en una cola de caballo formada con la ayuda de un gran lazo blanco y negro cuyas moñas caían por su espalda.
La pequeña cubría su boca con ayuda de ambas manos pues no paraba de bostezar, su criada Fumiko la había sacado de la cama a las siete de la mañana por orden de su excesivamente puntual abuelo que no quería que su nieta llegase tarde en el día de graduación.
"Maldito viejo... me voy a morir de sueño..." se quejaba la joven "No había día para hacer una maldita graduación... tenía que ser por la mañana" en otras circunstancias la chica se habría marchado hacía mucho pero su abuelo la observaba desde el antepalco de autoridades y sabía muy bien que no debía de enfadar a su abuelo puesto que podía llegar a ser mucho más cruel que ella "Bueno... no me queda más remedio que aguantar... el abuelo me ha dicho que tiene un regalo para mí" la chica colocó cuidadosamente sus manos sobre donde debían estar sus rodillas (pues la falda las ocultaba totalmente), atrayendolas hacia su regazo para mantener la forma y la compostura que se suponía que alguien de su talla debía de tener.
La pelirrubia se mantenía entretenida echando miradas por aquí y por allá, viendo terminaban de montar el escenario o incluso saboteando a algún que otro crío que pasaba por su lado con ayuda de sus hilos de chakra. En lo que iba de mañana ya había hecho besar el suelo a quince niños y diez niñas, cosa que le había reportado una pequeña riña de uno de los jounnin que se percató de la maniobra de la chica. Aunque la verdad, no es que le importase mucho. Mientras estuviese su abuelo observando, podría hacer prácticamente lo que quisiese mientras se mantuviese dentro de unos límites y ella sabía jugar muy bien en el borde de esa línea
La pequeña cubría su boca con ayuda de ambas manos pues no paraba de bostezar, su criada Fumiko la había sacado de la cama a las siete de la mañana por orden de su excesivamente puntual abuelo que no quería que su nieta llegase tarde en el día de graduación.
"Maldito viejo... me voy a morir de sueño..." se quejaba la joven "No había día para hacer una maldita graduación... tenía que ser por la mañana" en otras circunstancias la chica se habría marchado hacía mucho pero su abuelo la observaba desde el antepalco de autoridades y sabía muy bien que no debía de enfadar a su abuelo puesto que podía llegar a ser mucho más cruel que ella "Bueno... no me queda más remedio que aguantar... el abuelo me ha dicho que tiene un regalo para mí" la chica colocó cuidadosamente sus manos sobre donde debían estar sus rodillas (pues la falda las ocultaba totalmente), atrayendolas hacia su regazo para mantener la forma y la compostura que se suponía que alguien de su talla debía de tener.
La pelirrubia se mantenía entretenida echando miradas por aquí y por allá, viendo terminaban de montar el escenario o incluso saboteando a algún que otro crío que pasaba por su lado con ayuda de sus hilos de chakra. En lo que iba de mañana ya había hecho besar el suelo a quince niños y diez niñas, cosa que le había reportado una pequeña riña de uno de los jounnin que se percató de la maniobra de la chica. Aunque la verdad, no es que le importase mucho. Mientras estuviese su abuelo observando, podría hacer prácticamente lo que quisiese mientras se mantuviese dentro de unos límites y ella sabía jugar muy bien en el borde de esa línea