Esa mañana las palabras del antiguo maestro resonaron en la cabeza de Karamaru.
"No traten de hacer esto solos, busquen un equipo. Busquen un maestro que los guie en las afueras."
Había que encontrar un sensei, un maestro que te ayude a mejorar. El entrenamiento de uno siempre es mejor con un tutor, una persona sabia como lo era el maestro Kiyon.
«¿Por dónde andarán To, Furimura y Lao?» pensaba Karamaru mientras comía su desayuno y escuchaba el ruido del agua deslizar contra la ventana de su casa. Un poco alejada de la ciudad de Amegakure, sin edificios alrededor ni calles de asfalto. En cambio, tenía un pequeño sendero de tierra y algún que otro árbol para decorar el exterior. Estaba deteriorada pero por lo menos era un techo donde refugiarse de la lluvia.
Era verdad que poco tiempo había pasado desde su graduación, apenas unos pocos días en los cuales se dedico a arreglar su casa y conocer un poco los lugares de la ciudad. Tal vez no estaba entrenando mucho, o por lo menos no lo suficiente, pero quería tomarse las cosas con calma. Había que asentarse y conocer para después entrenar con tranquilidad.
Pero esa no era mañana de entreno. Tras vestirse, el calvo tomo su sombrero de paja con forma cónica y su gran túnica negra y salió a caminar en dirección al edificio de la Arashikage. En el camino pensaba en lo que sería pedir una misión, conocer por primera vez a la Kage de Ame y empezar a obtener ryos para mejorar la casa. No privilegiaba lo estético, pero a Karamaru siempre le gustó que todo se vea lindo. Pero ese no era el objetivo del viaje. Las gotas resbalaban sobre su túnica y su sombrero, protegiendo su ropa común, mientras el calvo pensaba en si su solicitud ya habría sido vista. Siguió las palabras de Kiyon y trato de conseguir un sensei con las autoridades de Ame, o por lo menos Karamaru creía que se le pedía a las autoridades.
Tras un camino que ya se iba conociendo de memoria, por fin llego a las puertas del edificio. Ingresó y se quito su sombrero, apoyándolo contra la espalda y sujeta por una cuerda a su cuello, y se dirigió a lo que venía a ser una secretaria. No hizo falta decir nada, ella se dio cuenta a que venía el shinobi y le entrego un papel sin siquiera decir nada, ni esperar nada a cambio. Esta decía algo así:
"Paisaje verde a mi alrededor. La lluvia infinita cae sobre mi y sobre los árboles que se encuentran en los territorios aledaños. A lo lejos se escuchan los truenos, en territorio desolado en donde ni siquiera algún humano se ha logrado asentar."
Una pregunta- dijo Karamaru rompiendo el silencio- ¿Estas segura que esto era para mi?
Pero la pregunta no encontraría a su preciada respuesta. La mujer se limitó a mirarlo y a volver a bajar la cabeza. Era raro, pero supuso que de todas las personas en Ame le podría tocar algún loco o algún fanático a los acertijos. Sin embargo, eso no era un intento barato de acercarse a la poesía. No llegaba a ser acertijo ni nada que se le pareciese, tenía una respuesta fácil pero amplia.
Claramente la solución era sencilla, que ni siquiera tenía sentido llamarlo solución. Cerca de Ame se encontraban unas llanuras con algún que otro árbol donde llovía especialmente fuerte. Karamaru ya se había informado de ese lugar y tenía pensado ir a entrenar allí para mejorar su resistencia al clima. Lo difícil de esto era el donde. Esas llanuras eran enormes y era casi imposible encontrar a alguien solo con esas pistas. Pero era algo que no importaba. Karamaru le apostó al azar y se volvió a colocar su sombrero de paja y tras guardarse el papel en el bolsillo debajo de su túnica negra azabache salió del edificio en dirección al destino.
"No traten de hacer esto solos, busquen un equipo. Busquen un maestro que los guie en las afueras."
Había que encontrar un sensei, un maestro que te ayude a mejorar. El entrenamiento de uno siempre es mejor con un tutor, una persona sabia como lo era el maestro Kiyon.
«¿Por dónde andarán To, Furimura y Lao?» pensaba Karamaru mientras comía su desayuno y escuchaba el ruido del agua deslizar contra la ventana de su casa. Un poco alejada de la ciudad de Amegakure, sin edificios alrededor ni calles de asfalto. En cambio, tenía un pequeño sendero de tierra y algún que otro árbol para decorar el exterior. Estaba deteriorada pero por lo menos era un techo donde refugiarse de la lluvia.
Era verdad que poco tiempo había pasado desde su graduación, apenas unos pocos días en los cuales se dedico a arreglar su casa y conocer un poco los lugares de la ciudad. Tal vez no estaba entrenando mucho, o por lo menos no lo suficiente, pero quería tomarse las cosas con calma. Había que asentarse y conocer para después entrenar con tranquilidad.
Pero esa no era mañana de entreno. Tras vestirse, el calvo tomo su sombrero de paja con forma cónica y su gran túnica negra y salió a caminar en dirección al edificio de la Arashikage. En el camino pensaba en lo que sería pedir una misión, conocer por primera vez a la Kage de Ame y empezar a obtener ryos para mejorar la casa. No privilegiaba lo estético, pero a Karamaru siempre le gustó que todo se vea lindo. Pero ese no era el objetivo del viaje. Las gotas resbalaban sobre su túnica y su sombrero, protegiendo su ropa común, mientras el calvo pensaba en si su solicitud ya habría sido vista. Siguió las palabras de Kiyon y trato de conseguir un sensei con las autoridades de Ame, o por lo menos Karamaru creía que se le pedía a las autoridades.
Tras un camino que ya se iba conociendo de memoria, por fin llego a las puertas del edificio. Ingresó y se quito su sombrero, apoyándolo contra la espalda y sujeta por una cuerda a su cuello, y se dirigió a lo que venía a ser una secretaria. No hizo falta decir nada, ella se dio cuenta a que venía el shinobi y le entrego un papel sin siquiera decir nada, ni esperar nada a cambio. Esta decía algo así:
"Paisaje verde a mi alrededor. La lluvia infinita cae sobre mi y sobre los árboles que se encuentran en los territorios aledaños. A lo lejos se escuchan los truenos, en territorio desolado en donde ni siquiera algún humano se ha logrado asentar."
Una pregunta- dijo Karamaru rompiendo el silencio- ¿Estas segura que esto era para mi?
Pero la pregunta no encontraría a su preciada respuesta. La mujer se limitó a mirarlo y a volver a bajar la cabeza. Era raro, pero supuso que de todas las personas en Ame le podría tocar algún loco o algún fanático a los acertijos. Sin embargo, eso no era un intento barato de acercarse a la poesía. No llegaba a ser acertijo ni nada que se le pareciese, tenía una respuesta fácil pero amplia.
Claramente la solución era sencilla, que ni siquiera tenía sentido llamarlo solución. Cerca de Ame se encontraban unas llanuras con algún que otro árbol donde llovía especialmente fuerte. Karamaru ya se había informado de ese lugar y tenía pensado ir a entrenar allí para mejorar su resistencia al clima. Lo difícil de esto era el donde. Esas llanuras eran enormes y era casi imposible encontrar a alguien solo con esas pistas. Pero era algo que no importaba. Karamaru le apostó al azar y se volvió a colocar su sombrero de paja y tras guardarse el papel en el bolsillo debajo de su túnica negra azabache salió del edificio en dirección al destino.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘