19/08/2015, 01:52
La ceremonia dio comienzo y por respeto, decidí cerrar mi libro y aplazar la lectura para otro momento. Todo era muy emocionante, por lo menos era lo que se palpaba en el ambiente.
"¡Que bien! Dentro de poco podré ganarme un sueldo y podré comer todos los días..."
Al cabo de un rato, el estadio estaba hasta los topes, parecía que todo el pueblo se había personificado para celebrar aquel acontecimiento. La verdad que aquello era espectacular, había muchos shinobi de rango alto, y en los palcos, muchos miembros de las familias más importantes de la Kusagakure no sato. Traté de esforzar la vista por si localizaba a mi abuelo, pero fue una tarea imposible de llevar a cabo.
"¿Donde te has metido abuelo?"
Al cabo de unos quince minutos, un jounnin subió al escenario y tras un bonito discurso, que fue aplaudido en innumerables ocasiones. Dio paso al ansiado momento, al reparto de las bandanas. La gran mayoría recibió aquel anhelado metal, los pocos que no lo recibieron, abandonaron el lugar con la mayor de las humillaciones. Incluso aquel muchacho que asesinó a un chico recibió la bandana, anonado me quedé.
"Hmmm...debe tener un potencial excelente para que le concedan a un chico problemático como él la bandana...sino, no me lo explico..."
Al final, figuró mi nombre como era de esperar. Subí al escenario y recibí con orgullo el metal que acreditaba mi ascenso a gennin. Saludé con una reverencia al jounnin encargado de aquella noble tarea y acepté aquello como la más valiosa de mis adquisiciones.
Después, abandoné el escenario como si fuera una nueva persona. En donde me esperaba mi abuelo para felicitarme en persona. -Ese es mi chico, enhorabuena. Dijo mi abuelo mientras me daba un abrazo, acompañando de unas palmadas en la espalda.
-Gracias abuelo. Respondí emocionado. Para continuación enseñarle mi hitai-ate.
Después de la entrega de bandanas, hubo una pequeña fiesta. En donde se dispuso de grandes mesas con comida de todo tipo. Y como era de esperar, tanto yo como mi abuelo, no dejamos escapar la oportunidad de darnos un buen atracón. Mientras tanto algunos jounnin quedaron conversando con los recién ascendidos gennin, para felicitar y en algunos casos, para algo más que eso.
"¡Que bien! Dentro de poco podré ganarme un sueldo y podré comer todos los días..."
Al cabo de un rato, el estadio estaba hasta los topes, parecía que todo el pueblo se había personificado para celebrar aquel acontecimiento. La verdad que aquello era espectacular, había muchos shinobi de rango alto, y en los palcos, muchos miembros de las familias más importantes de la Kusagakure no sato. Traté de esforzar la vista por si localizaba a mi abuelo, pero fue una tarea imposible de llevar a cabo.
"¿Donde te has metido abuelo?"
Al cabo de unos quince minutos, un jounnin subió al escenario y tras un bonito discurso, que fue aplaudido en innumerables ocasiones. Dio paso al ansiado momento, al reparto de las bandanas. La gran mayoría recibió aquel anhelado metal, los pocos que no lo recibieron, abandonaron el lugar con la mayor de las humillaciones. Incluso aquel muchacho que asesinó a un chico recibió la bandana, anonado me quedé.
"Hmmm...debe tener un potencial excelente para que le concedan a un chico problemático como él la bandana...sino, no me lo explico..."
Al final, figuró mi nombre como era de esperar. Subí al escenario y recibí con orgullo el metal que acreditaba mi ascenso a gennin. Saludé con una reverencia al jounnin encargado de aquella noble tarea y acepté aquello como la más valiosa de mis adquisiciones.
Después, abandoné el escenario como si fuera una nueva persona. En donde me esperaba mi abuelo para felicitarme en persona. -Ese es mi chico, enhorabuena. Dijo mi abuelo mientras me daba un abrazo, acompañando de unas palmadas en la espalda.
-Gracias abuelo. Respondí emocionado. Para continuación enseñarle mi hitai-ate.
Después de la entrega de bandanas, hubo una pequeña fiesta. En donde se dispuso de grandes mesas con comida de todo tipo. Y como era de esperar, tanto yo como mi abuelo, no dejamos escapar la oportunidad de darnos un buen atracón. Mientras tanto algunos jounnin quedaron conversando con los recién ascendidos gennin, para felicitar y en algunos casos, para algo más que eso.