La unión hace la fuerza

[Uzumaki Eri]

Toc toc toc

-¿Quién será a estas horas?

Eri se levantó con el pelo enmarañado aquel día, despertándose gracias a los golpes que alguien estaba propinándole a su puerta, sin preocuparse por su peinado y sus pintas de recién levantada, fue a ver quién era la persona que la había sacado de su sueño. Pero al abrir la puerta solo encontró una nota en el suelo.

La joven de cabellos azules la observó, y leyó su interior mientras se preparaba el desayuno, la nota no decía mucho, únicamente que la kunoichi debía estar ese mismo día a primera hora en la escuela. Bostezó y miró por la ventana, todavía no había amanecido si quiera.

Terminó su desayuno, se aseó y vistió con sus típicas ropas y colocando todo lo necesario en su portaobjetos, bandana en la frente, miró de nuevo por la ventana. Los rayos del sol se podían vislumbrar a lo lejos, símbolo de que el astro estaba despertándose también. Decidió tumbarse un momento en su cama ya hecha, y sin querer cerró los ojos, quedándose de nuevo dormida.

Cuando se levantó había pasado media hora de cuando quedó dormida, y cuando se dio cuenta de la hora que era, salió saltando desde la ventana de su piso y fue directamente hacia la academia, sin pararse si quiera a saludar a nadie. Estaba nerviosa, se había quedado dormida sin querer y quizá eso la penalizaría. ¿El qué? Eso daba igual, ¡llegaba tarde!

''Por favor, que no me regañen...''

Una vez en la academia entró y encontró a una mujer que la saludó con una sonrisa. Antes de que la mujer pudiese articular palabra, la joven se disculpó y comenzó a andar de nuevo hacia el aula que citaba la nota, donde debía encontrarse con alguien. así llegó al aula cuatro, donde no había nadie a su vista, hasta que cruzó la puerta, encontrándose con alguien conocido para ella.

-¡Yota!-Saludó Eri acercándose al susodicho. -¿Tú también tenías que venir aquí hoy?

En verdad había venido por la nota, pero no tenía ni idea de por qué había sido citada allí. ''¿Será alguna misión?'' pensó mientras observaba a su compañero, pero al menos no estaba sola allí, solo necesitaba saciar su curiosidad y esa pregunta que se hacía precedida del por qué.