21/02/2018, 11:40
(Última modificación: 21/02/2018, 11:42 por Amedama Daruu.)
—¡Claro, muchas gracias! —agradeció la chica, y tanto Ayame como la mujer se alejaron hacia la cocina.
Estaba al lado del salón. La kunoichi abrió la nevera y le fue pasando latas a Ayame.
—Coge dos. Yo llevaré otra y el agua. —Ella cogió para sí misma otra Ame-Cola.
Cuando volvieron, la mujer abrió su lata y esperó que los demás hicieron lo mismo. Y bebió tranquilamente durante unos minutos, en silencio.
A Daruu todo aquello le parecía muy extraño. ¿A qué estaban esperando?
Y entonces, a las ocho y cinco de la tarde, según el reloj de la casa, ocurrió algo extraño. El siguiente trago de Ame-Cola no le supo igual. No sabía dulce. El sofá no era tan cómodo. El calor de la chimenea no se sentía de la misma forma. Pero tampoco hacía frío.
Ni siquiera el frío de Kōri.
—Perfecto, ya podemos hablar —dijo la chica, y dejó la lata en la mesa—. No tenemos mucho tiempo, así que dejadme empezar y luego me preguntáis lo que queráis.
»Me llamo Kai Arashihime. Vine aquí hace unos meses, porque escuché en Coladragón que hacía tiempo que no se sabía nada de Shiruuba-san. Ya la conocía y sabía que era una vieja amargada, porque he venido varias veces para recoger datos de sus estudios, pero jamás la hubiera imaginado tan cruel y malvada...
»Tengo varias cosas que pediros, y la primera es que por favor, le digáis a Arashikage-sama que no soy una exiliada, que he muerto en acto de servicio... Sé que estoy muerta, no soy idiota. De hecho... Lo que deseo es morir de una puta vez... No puedo soportar esto...
Daruu apretó los puños, y en una sinapsis empática curiosa, empezó a llorar. Trató de aguantarse las lágrimas.
—Estamos hablando porque Shiruuba es capaz de controlar todo este mundo y saber qué ocurre en él y oír todo, y ver todo. Pero sólo normalmente. Es una técnica muy complicada, y necesita descansar, como todo el mundo. Tiene pequeños períodos de quince minutos en los de detecté que se pierde el sentido del gusto, del olfato... Un poco del tacto...
»Es un mundo falso, pero os aseguro que detrás de él se esconde una crueldad absoluta... No creáis que los cadáveres que visteis en el despacho son los únicos que han entrado aquí dentro... Estoy segura de que esa vieja estuvo secuestrando y matando gente y ocultando sus cuerpos como parte de las pruebas para crear el libro... Hija de puta...
Estaba al lado del salón. La kunoichi abrió la nevera y le fue pasando latas a Ayame.
—Coge dos. Yo llevaré otra y el agua. —Ella cogió para sí misma otra Ame-Cola.
Cuando volvieron, la mujer abrió su lata y esperó que los demás hicieron lo mismo. Y bebió tranquilamente durante unos minutos, en silencio.
A Daruu todo aquello le parecía muy extraño. ¿A qué estaban esperando?
Y entonces, a las ocho y cinco de la tarde, según el reloj de la casa, ocurrió algo extraño. El siguiente trago de Ame-Cola no le supo igual. No sabía dulce. El sofá no era tan cómodo. El calor de la chimenea no se sentía de la misma forma. Pero tampoco hacía frío.
Ni siquiera el frío de Kōri.
—Perfecto, ya podemos hablar —dijo la chica, y dejó la lata en la mesa—. No tenemos mucho tiempo, así que dejadme empezar y luego me preguntáis lo que queráis.
»Me llamo Kai Arashihime. Vine aquí hace unos meses, porque escuché en Coladragón que hacía tiempo que no se sabía nada de Shiruuba-san. Ya la conocía y sabía que era una vieja amargada, porque he venido varias veces para recoger datos de sus estudios, pero jamás la hubiera imaginado tan cruel y malvada...
»Tengo varias cosas que pediros, y la primera es que por favor, le digáis a Arashikage-sama que no soy una exiliada, que he muerto en acto de servicio... Sé que estoy muerta, no soy idiota. De hecho... Lo que deseo es morir de una puta vez... No puedo soportar esto...
Daruu apretó los puños, y en una sinapsis empática curiosa, empezó a llorar. Trató de aguantarse las lágrimas.
—Estamos hablando porque Shiruuba es capaz de controlar todo este mundo y saber qué ocurre en él y oír todo, y ver todo. Pero sólo normalmente. Es una técnica muy complicada, y necesita descansar, como todo el mundo. Tiene pequeños períodos de quince minutos en los de detecté que se pierde el sentido del gusto, del olfato... Un poco del tacto...
»Es un mundo falso, pero os aseguro que detrás de él se esconde una crueldad absoluta... No creáis que los cadáveres que visteis en el despacho son los únicos que han entrado aquí dentro... Estoy segura de que esa vieja estuvo secuestrando y matando gente y ocultando sus cuerpos como parte de las pruebas para crear el libro... Hija de puta...