3/03/2018, 01:13
—Podríais visitar lo que a partir de hoy va a ser vuestro nuevo hogar... ¡Yo estaría encantada de que escogiérais algunas de las casas de por aquí! No confío mucho en la gente, por eso vine a esta zona, pero con vosotros, compatriotas, estaría encantada —respondió Arashihime, con falsa emoción—. O podéis ir a la playa del otro extremo de la isla. Allí siempre hace sol y calor. Es un sitio muy agradable.
Ayame contuvo un suspiro, pero dejó escapar el aire de los pulmones a través de la nariz. Todo aquel juego de los teatros sobre lo fantástico que era aquel mundo resultaba agotador, y parecía que no había nada más interesante en aquel mundo que los escasos paisajes que ofrecía y que se resumían en aquel pequeño pueblo y la playa que rodeaba la isla. Para más inri, podías tener toda clase de comodidades con sólo desearlas, por lo que los trabajos no eran necesarios y las personas se veían casi privadas de cualquier tipo de aspiración. En ese sentido, Ayame casi podía llegar a comprender por qué el hombre que vieron el día anterior había abierto una taberna si ni siquiera lo necesitaba para poder subsistir. Su vida, como kunoichi, no tendría ningún tipo de sentido en aquella realidad paralela. Y el simple hecho de sentirte útil, no limitarse a sentarse y esperar como un vegetal, era la verdadera realización de cualquier persona...
Siguieron desayunando sumidos en un tenso silencio, y Daruu se levantó poco después para salir fue de la casa.
Ayame no tardó en seguirle después de darle las gracias a Arashihime por el desayuno. Fuera ella quien lo hubiera preparado o un deseo cumplido, se negaba a darle las gracias a Shiruuba de ninguna manera.
En el exterior, el día lucía igual de nublado que el día anterior. Ayame se detuvo junto a él, sin saber muy bien qué decir. Resultaba realmente frustrante no poder comunicarse cómodamente sin temor a meter la pata en cualquier momento.
—Me pregunto si existirán los animales aquí —dijo en voz alta, paseando la mirada por el cielo como si esperara ver alguna paloma o alguna gaviota—. ¿Quieres que demos una vuelta por la playa, Daruu-kun?
Ayame contuvo un suspiro, pero dejó escapar el aire de los pulmones a través de la nariz. Todo aquel juego de los teatros sobre lo fantástico que era aquel mundo resultaba agotador, y parecía que no había nada más interesante en aquel mundo que los escasos paisajes que ofrecía y que se resumían en aquel pequeño pueblo y la playa que rodeaba la isla. Para más inri, podías tener toda clase de comodidades con sólo desearlas, por lo que los trabajos no eran necesarios y las personas se veían casi privadas de cualquier tipo de aspiración. En ese sentido, Ayame casi podía llegar a comprender por qué el hombre que vieron el día anterior había abierto una taberna si ni siquiera lo necesitaba para poder subsistir. Su vida, como kunoichi, no tendría ningún tipo de sentido en aquella realidad paralela. Y el simple hecho de sentirte útil, no limitarse a sentarse y esperar como un vegetal, era la verdadera realización de cualquier persona...
Siguieron desayunando sumidos en un tenso silencio, y Daruu se levantó poco después para salir fue de la casa.
Ayame no tardó en seguirle después de darle las gracias a Arashihime por el desayuno. Fuera ella quien lo hubiera preparado o un deseo cumplido, se negaba a darle las gracias a Shiruuba de ninguna manera.
En el exterior, el día lucía igual de nublado que el día anterior. Ayame se detuvo junto a él, sin saber muy bien qué decir. Resultaba realmente frustrante no poder comunicarse cómodamente sin temor a meter la pata en cualquier momento.
—Me pregunto si existirán los animales aquí —dijo en voz alta, paseando la mirada por el cielo como si esperara ver alguna paloma o alguna gaviota—. ¿Quieres que demos una vuelta por la playa, Daruu-kun?