26/03/2018, 17:23
Tras dejar a la pequeña Rei en la guardería, Hayato, tenía vía libre para acudir a la Academia un día más a pesar de que aún no podía incorporarse a las clases totalmente puesto que antes debía de ponerse a la altura del resto. Además estaba el detalle de que no sabía leer, lo que era otro de los impedimentos para que participase en determinadas clases. Así que la Academia le asignaba cada día un profesor de refuerzo distinto para que el chico poco a poco se fuese adaptando.
El pelirrojo no podía evitar sorprenderse cada vez que se encontraba delante de la Torre de la Academia, era un edificio espectacularmente grande. De hecho todo en aquella villa era enorme, incluso algún que otro edificio aún más grande que aquel que tenía enfrente, pero el torreón tenía algo que le hacia especial. Quizás fuese porque para él era un sueño poder estudiar en su interior para convertirse en un shinobi, seguramente sería eso.
Echó una rápida mirada hacia arriba como cada mañana mientras se iba acercando hasta la entrada del edificio, aún era temprano y el lugar estaba prácticamente desierto. Se aproximo hasta las puertas del lugar y estas se abrieron como por arte de magia, Hayato se pasaba sus ratos libres observándolas de vez en cuando. El conserje le había explicado que funcionaban con motores eléctricos y una especie de sensor que avisaba a los motores si alguien se aproximaba hasta ellas.
Una vez en el enorme recibidor del lugar, el chico giró hacia la derecha en dirección a la zona de taquillas para dejar su chubasquero y no poner perdida de agua todo el recinto. Saludo al conserje con la mano desde la distancia mientras esté seguía con sus quehaceres de la mañana antes de que el resto de estudiantes llegase.
No tardó mucho en llegar hasta la zona de taquillas, giró en la segunda columna y rápidamente se situó delante de la suya, la abrió con rapidez y dejó en su interior el chubasquero quedando tan solo con su vieja camiseta de cuello alto de color verde oscuro, sus pantalones marrones de tela recia y sus viejas botas. Se miró en el espejo de la parte posterior de la puerta de la taquilla "Creo que necesito algo de ropa..." pensó al reparar en el agujero que tenía en el hombro "quizás un poco más adelante, no quisiera abusar de la hospitalidad del viejo" cerró la taquilla con cuidado y regreso de vuelta al recibidor, pero esta vez dirección a los ascensores.
Llegó hasta la zona de los ascensores y pulsó el botón de llamada, ahora solo tenía que esperar a que una de las cabinas descendiese hasta su planta.
El pelirrojo no podía evitar sorprenderse cada vez que se encontraba delante de la Torre de la Academia, era un edificio espectacularmente grande. De hecho todo en aquella villa era enorme, incluso algún que otro edificio aún más grande que aquel que tenía enfrente, pero el torreón tenía algo que le hacia especial. Quizás fuese porque para él era un sueño poder estudiar en su interior para convertirse en un shinobi, seguramente sería eso.
Echó una rápida mirada hacia arriba como cada mañana mientras se iba acercando hasta la entrada del edificio, aún era temprano y el lugar estaba prácticamente desierto. Se aproximo hasta las puertas del lugar y estas se abrieron como por arte de magia, Hayato se pasaba sus ratos libres observándolas de vez en cuando. El conserje le había explicado que funcionaban con motores eléctricos y una especie de sensor que avisaba a los motores si alguien se aproximaba hasta ellas.
Una vez en el enorme recibidor del lugar, el chico giró hacia la derecha en dirección a la zona de taquillas para dejar su chubasquero y no poner perdida de agua todo el recinto. Saludo al conserje con la mano desde la distancia mientras esté seguía con sus quehaceres de la mañana antes de que el resto de estudiantes llegase.
No tardó mucho en llegar hasta la zona de taquillas, giró en la segunda columna y rápidamente se situó delante de la suya, la abrió con rapidez y dejó en su interior el chubasquero quedando tan solo con su vieja camiseta de cuello alto de color verde oscuro, sus pantalones marrones de tela recia y sus viejas botas. Se miró en el espejo de la parte posterior de la puerta de la taquilla "Creo que necesito algo de ropa..." pensó al reparar en el agujero que tenía en el hombro "quizás un poco más adelante, no quisiera abusar de la hospitalidad del viejo" cerró la taquilla con cuidado y regreso de vuelta al recibidor, pero esta vez dirección a los ascensores.
Llegó hasta la zona de los ascensores y pulsó el botón de llamada, ahora solo tenía que esperar a que una de las cabinas descendiese hasta su planta.