4/04/2018, 23:44
Juro trató de hacer mella de alguna forma en aquel escudo impenetrable que Jin había alzado ante ellos. Pero claro, eso era imposible. Aquel chico amejin no iba a retroceder de ninguna forma, ni aunque su vida dependiese de ello. Bueno. Probablemente, el hecho de que su vida dependiese de ellos era lo único que lo ataba, de alguna forma.
« La casa nos ha unido a nosotros cuatro de esta forma. Tenemos que protegernos mutuamente, aunque nos odiemos a muerte » — reflexionó. Realmente no odiaba a ninguno. Riko y Ayame no parecían malas personas. Y Jin... bueno, lo sacaba de quicio. Pero la casa se la había jugado al hacerle creer que Juro era un asesino.
Quizá, en el fondo, no fuese malo. Pero en esa situación, lo tenía totalmente en contra. Por eso no podía bajar la guardia con él. Puede que cuando la casa los soltase — si es que conseguían salir de ahí —, cuando nada se lo impidiera, tratara de tomar represalias por lo sucedido.
Por eso mismo, a Juro no le sorprendió el hecho de que fuese a reprenderlos.
—¿Y quien me asegura que cuando encontré….?
Entonces, se escuchó un fuerte grito. Juro dio un respingo, puesto que estaba tan centrado en la discusión que no se había percatado de su alrededor. Y pronto, el miedo le atenazó, al reconocer la voz.
—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!!
Era Ayame.
—Ahí la tenéis, ¿Vamos? Y sin mi padre no pienso salir de esta casa, si me engañáis… no saldremos ninguno.
Juro no pudo evitar sonreír un poco, aunque Jin fuese serio. De pura satisfacción por haber logrado que colaborase. Quizá no fuese tan malo. O quizás estuviese pensando algo.
— Gracias, Jin. No esperaba menos de ti — murmuró, para luego dirigirse también a Riko —. ¡Vamos!
Jin obviamente no tomó la delantera. Juro no se ofendió, puesto que él mismo se lo había ofrecido en primer lugar. Así que salió corriendo, en dirección al sonido que él y Riko habían escuchado un rato antes, y de donde provenía sospechosamente el grito. Hacia las escaleras.
— ¡AYAME! — exclamó, con toda la voz que pudo —. ¡AGUANTA! ¡YA VAMOS!
Cuando subió, se dirigiría a la puerta de la que provenían los gritos. La puerta de un baño, aunque él no lo pudiese saber. También podría ver como la chica estaba tratando de abrirse paso a la fuerza de algún método. Pudo ver que obviamente le problema era que la puerta estaría cerrada.
— ¡Ahí esta! — exclamó Juro, hacia sus compañeros, que le estarían siguiendo. Después, se dirigió a hablar a la chica —. ¡Aquí estamos, Ayame! ¿¡Hay alguien contigo ahí dentro!?
Mientras subía, se percataría de algo. Bajo la polvorienta alfombra, había una especie de llave.
— ¡Chicos! ¡Mirad! — murmuró, a sus compañeros —. Quizá esto abra la puerta de Ayame.
Si ninguno tomaba acciones, él mismo cogería la llave y lo comprobaría. El tiempo apremiaba.
« La casa nos ha unido a nosotros cuatro de esta forma. Tenemos que protegernos mutuamente, aunque nos odiemos a muerte » — reflexionó. Realmente no odiaba a ninguno. Riko y Ayame no parecían malas personas. Y Jin... bueno, lo sacaba de quicio. Pero la casa se la había jugado al hacerle creer que Juro era un asesino.
Quizá, en el fondo, no fuese malo. Pero en esa situación, lo tenía totalmente en contra. Por eso no podía bajar la guardia con él. Puede que cuando la casa los soltase — si es que conseguían salir de ahí —, cuando nada se lo impidiera, tratara de tomar represalias por lo sucedido.
Por eso mismo, a Juro no le sorprendió el hecho de que fuese a reprenderlos.
—¿Y quien me asegura que cuando encontré….?
Entonces, se escuchó un fuerte grito. Juro dio un respingo, puesto que estaba tan centrado en la discusión que no se había percatado de su alrededor. Y pronto, el miedo le atenazó, al reconocer la voz.
—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!!
Era Ayame.
—Ahí la tenéis, ¿Vamos? Y sin mi padre no pienso salir de esta casa, si me engañáis… no saldremos ninguno.
Juro no pudo evitar sonreír un poco, aunque Jin fuese serio. De pura satisfacción por haber logrado que colaborase. Quizá no fuese tan malo. O quizás estuviese pensando algo.
— Gracias, Jin. No esperaba menos de ti — murmuró, para luego dirigirse también a Riko —. ¡Vamos!
Jin obviamente no tomó la delantera. Juro no se ofendió, puesto que él mismo se lo había ofrecido en primer lugar. Así que salió corriendo, en dirección al sonido que él y Riko habían escuchado un rato antes, y de donde provenía sospechosamente el grito. Hacia las escaleras.
— ¡AYAME! — exclamó, con toda la voz que pudo —. ¡AGUANTA! ¡YA VAMOS!
Cuando subió, se dirigiría a la puerta de la que provenían los gritos. La puerta de un baño, aunque él no lo pudiese saber. También podría ver como la chica estaba tratando de abrirse paso a la fuerza de algún método. Pudo ver que obviamente le problema era que la puerta estaría cerrada.
— ¡Ahí esta! — exclamó Juro, hacia sus compañeros, que le estarían siguiendo. Después, se dirigió a hablar a la chica —. ¡Aquí estamos, Ayame! ¿¡Hay alguien contigo ahí dentro!?
Mientras subía, se percataría de algo. Bajo la polvorienta alfombra, había una especie de llave.
— ¡Chicos! ¡Mirad! — murmuró, a sus compañeros —. Quizá esto abra la puerta de Ayame.
Si ninguno tomaba acciones, él mismo cogería la llave y lo comprobaría. El tiempo apremiaba.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60