El deseado reencuentro

[Taeko]

Tal vez el animal no entendía bien cómo saludaban los humanos, o tal vez simplemente hizo caso omiso al gesto de Taeko, o no lo entendió. Kumopansa saltó al brazo de la peliplateada con lo que parecía un gesto amistoso, o al menos así lo mostraba lo que decía.

Por un segundo, Taeko se paralizó. Después, un escalofrío casi visible recorrió el cuerpo de la kunoichi. Tuvo el impulso de sacudir su mano, pero se contuvo.

”No es una araña salvaje. No es una araña salvaje. No es una araña salvaje. Es una invocación. Es inteligente. Es amigo de Yota-san. No me hará daño. No es una araña salvaje. No es una araña salvaje.” pensó, controlando sus impulsos tras varios segundos, a la vez que esbozaba una sonrisa nerviosa.

Levantó lentamente su pulgar izquierdo en señal de afirmación, intentando dar a entender a Yota que no tenía nada en contra de él ni de Kumopansa. A pesar de que no dejaran de ponerla nerviosa. La kunoichi le sonrió a la araña y luego bajó la mano, intentando darle pauta a que bajara de ella. No le parecía mala, ni fea, ni amenazante. Pero había algo en ella que le ponía los pelos de punta.

”Es una araña, después de todo. Cielos. ¿Es eso discriminación? ¿Prejuicio? ¿Racismo? Ahm… ¿Especismo? Creo que muy pocos están acostumbrados a tener criaturas de ocho patas caminando por su mano. Y menos si están así de grandes. Pero no quiero ser grosera: es un amigo de Yota-san, no debería de hacerle el feo aunque sea un animal famoso por matar presas mucho mayores en tamaño. Ay, cielos, cielos.” pensó sin borrar la sonrisa de su rostro, y esperando que Kumopansa descendiera de su brazo.