13/04/2018, 13:27
Apenas pasaron unos pocos minutos antes de que dos hombres se abrieran paso entre la espantada multitud. Aotsuki Zetsuo irrumpió en el local seguido muy de cerca de Aotsuki Kōri. Ambos recorrieron con sus miradas el lugar. Ambos igual de ansiosos, pero uno de ellos lo disimulaba mucho mejor que el otro.
—¡¿Qué cojones ocurre?! ¿¡Qué son esos gritos, muj...!? —exclamaba Zetsuo, acercándose entre largas zancadas.
Pero se vio obligado a detenerse cuando, tras pasar de largo la primera mesa, se encontró con aquella escena. El cuerpo de Ayame, inconsciente, en el suelo; Kiroe, agarrándose con fiereza al de su hijo. Daruu, su rostro cubierto de sangre. Pero... sobre todo...
—Qué... ¿Qué ha ocurrido? —intervino Kōri y, por primera vez, cualquiera pudo notar el deje de temblor en su voz.
Zetsuo no perdió ni un solo instante. Prácticamente abalanzándose sobre el trío, se acuclilló junto a Daruu y cuando colocó sus manos sobre sus ojos, estas adquirieron de manera instantánea un brillo esmeralda que iluminó toda la instancia.
—Kōri, comprueba el estado de Ayame.
Pero ni siquiera hizo falta que se lo ordenara. El Hielo ya se había agachado junto a su hermana y la había tomado en brazos.
—Está inconsciente, pero sólo tiene algunas contusiones, como si hubiera estado combatiendo. ¿Qué hay de Daruu-kun?
El médico frunció los labios y clavó sus ojos aguamarina en la desesperada Kiroe.
—¡Hay que llevarle ya mismo al hospital o acabará desangrándose! Sus ojos...
»Sus ojos no están.
—¡¿Qué cojones ocurre?! ¿¡Qué son esos gritos, muj...!? —exclamaba Zetsuo, acercándose entre largas zancadas.
Pero se vio obligado a detenerse cuando, tras pasar de largo la primera mesa, se encontró con aquella escena. El cuerpo de Ayame, inconsciente, en el suelo; Kiroe, agarrándose con fiereza al de su hijo. Daruu, su rostro cubierto de sangre. Pero... sobre todo...
—Qué... ¿Qué ha ocurrido? —intervino Kōri y, por primera vez, cualquiera pudo notar el deje de temblor en su voz.
Zetsuo no perdió ni un solo instante. Prácticamente abalanzándose sobre el trío, se acuclilló junto a Daruu y cuando colocó sus manos sobre sus ojos, estas adquirieron de manera instantánea un brillo esmeralda que iluminó toda la instancia.
—Kōri, comprueba el estado de Ayame.
Pero ni siquiera hizo falta que se lo ordenara. El Hielo ya se había agachado junto a su hermana y la había tomado en brazos.
—Está inconsciente, pero sólo tiene algunas contusiones, como si hubiera estado combatiendo. ¿Qué hay de Daruu-kun?
El médico frunció los labios y clavó sus ojos aguamarina en la desesperada Kiroe.
—¡Hay que llevarle ya mismo al hospital o acabará desangrándose! Sus ojos...
»Sus ojos no están.