15/04/2018, 01:43
El monje aceptó la oferta de Tomohiro, y con respuesta afirmativa sentenció la conversación para con el conserje. Ya habían obtenido la información deseada, al menos parte de ésta. Por el momento iban a retirarse a casa de Kato, confidente de ésta distinguida aventura. Por otro lado, la rubia no soltó palabra alguna, tan solo acompañó la reverencia del cenobita.
—Bueno, un placer haberos ayudado. Adiós.
El grupo, liderado en ésta ocasión por Tomohiro, abandonó la edificación por el mismo sitio que habían accedido a él. Tras pasar el umbral de la puerta, el señor conserje cerraría. Después de todo, era hora de que todo estuviese cerrado. Tomohiro miró a sendos chicos, y tras ello miró a los caballos.
—Pues... vayamos a casa, ¿no están cansados? —el hombre se estiró, incapaz de contener su compostura.
»Lo siento... —apresuró a disculparse por sus malas formas —estoy demasiado viejo para éstos trotes...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~