15/04/2018, 13:02
«Ah, parece que realmente se molestó conmigo por invitar a esa kunoichi a la mesa», pensó Akame con gesto reflexivo. Nunca había visto a dos ninja de la misma Aldea que se llevasen tan mal —aunque desde luego existían rencillas en todos lados—, ni que tuvieran tan poco reparo en mostralo abiertamente. «Al menos por parte de uno de ellos. La kunoichi parece más discreta... Aunque está claro que tampoco le tiene agrado a él» pensó Akame mientras veía a la rubia dar un rodeo para no cruzarse con su compañero.
—Uchiha Akame, del Remolino —correspondió él, con una inclinación de cabeza—. Sí, los conozco, y en efecto son compañeros míos. Aunque hace ya mucho tiempo que no trabajo directamente con ellos.
Desde su ascenso a jōnin —o incluso antes— Akame había dejado de realizar misiones con los que en otro tiempo fuesen sus compañeros de Academia y promoción.
—¡Dos cartuchos de pescado rebozado y papas fritas, receta especial de Yemi-san! —vociferó de repente el cocinero, saliendo de su puestito de madera con la comida en las manos.
Yemi Sin Yemas se acercó a la mesa donde estaban sentados los tres ninja y les dejó a Kagetsuna y Reika su pescado. Luego les deseó buen provecho y volvió a su puesto.
—Bueno y, ¿cómo están las cosas por Amegakure, Reika-san, Kagetsuna-san? —preguntó el Uchiha mientras terminaba su propio cucurucho.
Mientras ellos conversaban, dos personas más llegaron al puesto. Si alguno de los ninja les prestaba atención, vería que se trataba de dos mujeres de aspecto rudo; de buena altura y razonablemente corpulentas, vestían con ropas sencillas de tonos negros, azules y marrones. Ambas tenían el pelo castaño, pero una lo llevaba rapado mientras que la otra se había dejado una coleta corta que le llegaba a poco más de la nuca.
Las dos tipas se dirigieron directamente hacia la barra del puestecito, apoyándose con gesto chulesco. Yemi Sin Yemas se acercó inmediatamente a ellas, y las tres personas empezaron a hablar entre dientes.
El cocinero parecía nervioso. Las dos mujeres no.
—Uchiha Akame, del Remolino —correspondió él, con una inclinación de cabeza—. Sí, los conozco, y en efecto son compañeros míos. Aunque hace ya mucho tiempo que no trabajo directamente con ellos.
Desde su ascenso a jōnin —o incluso antes— Akame había dejado de realizar misiones con los que en otro tiempo fuesen sus compañeros de Academia y promoción.
—¡Dos cartuchos de pescado rebozado y papas fritas, receta especial de Yemi-san! —vociferó de repente el cocinero, saliendo de su puestito de madera con la comida en las manos.
Yemi Sin Yemas se acercó a la mesa donde estaban sentados los tres ninja y les dejó a Kagetsuna y Reika su pescado. Luego les deseó buen provecho y volvió a su puesto.
—Bueno y, ¿cómo están las cosas por Amegakure, Reika-san, Kagetsuna-san? —preguntó el Uchiha mientras terminaba su propio cucurucho.
Mientras ellos conversaban, dos personas más llegaron al puesto. Si alguno de los ninja les prestaba atención, vería que se trataba de dos mujeres de aspecto rudo; de buena altura y razonablemente corpulentas, vestían con ropas sencillas de tonos negros, azules y marrones. Ambas tenían el pelo castaño, pero una lo llevaba rapado mientras que la otra se había dejado una coleta corta que le llegaba a poco más de la nuca.
Las dos tipas se dirigieron directamente hacia la barra del puestecito, apoyándose con gesto chulesco. Yemi Sin Yemas se acercó inmediatamente a ellas, y las tres personas empezaron a hablar entre dientes.
El cocinero parecía nervioso. Las dos mujeres no.