22/04/2018, 00:43
Frente a Shikanori y el pequeño ciervo apareció un muchacho extraño y bastante extrovertido. Al joven Nara le habían enseñado a no confiar en los desconocidos y había aprendido por cuenta propia a no fiarse de las personas que generaban la impresión de ser bastante sociables. Había algo en ese tipo de personalidades, un no sé que, que le provocaba un rechazo casi instintivo. Así que retrocedió un paso y expresó su incomodidad con una mueca en su labio y una mirada dubitativa. No supo que fue lo que sintió el animal que lo acompañaba ante el repentino encuentro, pero supuso que las sensaciones experimentadas no era muy diferentes de las suyas. Este también retrocedió y además se escondió detrás de Shikanori. - Disculpa, pero mis padres me aconsejaron que no hablara con extraños - El consejo era general, no refería a un escenario específico ni tampoco describía a un tipo de persona. Sin embargo, el joven Nara creyó que cuando se trataba de un encuentro en medio de un frondoso bosque con un muchacho que tenía cubierta la mitad de su rostro, era más que necesario mantener la distancia. Observó con mucha atención los movimientos del misterioso peliblanco. No dudaría en huir ante el menor indicio de una acción amenazante. - Si lo que quieres es tocar al ciervo, adelante. No pretendo interponerme en los fetiches de nadie. Puedes acariciarlo y hacer todo lo que quieras con él. Solo deja que me retire para darles un poco de privacidad - Lo lamentaba mucho por el animal, pero sería muy problemático ponerse en el camino de alguien que parecía estar obsesionado con los cervatillos. « Que suerte la mía... encontrarme con un pervertido... ashhh... »