24/04/2018, 18:50
Pese a la sorpresa inicial, ninguno de los dos genin se hizo de rogar para cumplir la orden dada.
Daruu entrelazó las manos en dos sellos y trazó un arco en horizontal con los brazos. Ayame entrecerró los ojos al reconocer la técnica y sabiendo bien lo que venía a continuación. No se equivocaba. Tal y como había ocurrido en su enfrentamiento anterior, de la línea de agua dibujada surgieron dos pequeños pájaros de agua que se abalanzaron sobre ella a toda velocidad, trazando círculos entre ellos. Ayame dio un paso hacia atrás, y su talón dio con el borde del bloque de hielo.
«Apenas puedo moverme aquí arriba.» Pensó.
—¡Se acabó, Ayame! ¡La altura me da ventaja! —escuchó decir a Daruu, pero apenas le prestó atención. Aunque aquella frase se le hizo ligeramente familiar, como si la hubiera escuchado en alguna otra parte...
Justo un poco antes de que los pájaros la alcanzaran, Ayame se echó hacia atrás y se dejó caer. Las dos aves pasaron por encima y justo al llegar a su posición se deshicieron y volvieron a su estado original.
«No pueden volar a más de diez metros.» Comprendió.
Ya en el suelo, Ayame surgió desde un lateral del pilar de hielo corriendo hacia el de Daruu al tiempo que comenzaba a echar el brazo hacia atrás...
Daruu entrelazó las manos en dos sellos y trazó un arco en horizontal con los brazos. Ayame entrecerró los ojos al reconocer la técnica y sabiendo bien lo que venía a continuación. No se equivocaba. Tal y como había ocurrido en su enfrentamiento anterior, de la línea de agua dibujada surgieron dos pequeños pájaros de agua que se abalanzaron sobre ella a toda velocidad, trazando círculos entre ellos. Ayame dio un paso hacia atrás, y su talón dio con el borde del bloque de hielo.
«Apenas puedo moverme aquí arriba.» Pensó.
—¡Se acabó, Ayame! ¡La altura me da ventaja! —escuchó decir a Daruu, pero apenas le prestó atención. Aunque aquella frase se le hizo ligeramente familiar, como si la hubiera escuchado en alguna otra parte...
Justo un poco antes de que los pájaros la alcanzaran, Ayame se echó hacia atrás y se dejó caer. Las dos aves pasaron por encima y justo al llegar a su posición se deshicieron y volvieron a su estado original.
«No pueden volar a más de diez metros.» Comprendió.
Ya en el suelo, Ayame surgió desde un lateral del pilar de hielo corriendo hacia el de Daruu al tiempo que comenzaba a echar el brazo hacia atrás...