25/04/2018, 10:43
(Última modificación: 25/04/2018, 10:45 por Aotsuki Ayame.)
Le vio alzarse por encima de la nube de humo como un cohete a propulsión, y sus ojos enseguida repararon en que el arañazo sangrante que su flecha le había causado a la altura de la pierna.
«Vamos empatados.» Se sonrió Ayame. Pero no se dejó confiar, y no bajó la guardia.
—¡Si vas a repetir la jugada...! —exclamó su oponente, llevándose una mano al portaojetos de su espalda y lanzando un silbante shuriken que se dirigió a toda velocidad hacia ella.
Pero no sólo eso. Daruu estaba haciendo sellos mientras volvía a sumergirse en el humo, por lo que Ayame supuso que algún tipo de técnica vendría después. ¿Pero de qué tipo? No podía verlo entre toda aquel humo que había comenzado a disiparse (y de hecho no tardaría mucho más en desaparecer del todo), pero que por el momento seguía siendo lo suficientemente densa como para ocultarse en ella.
«Esto sólo me va a perjudicar, pero no me queda otra alternativa...» Ayame chasqueó la lengua, entrecerrando ligeramente los ojos. Sus manos también habían comenzado a entrelazarse en una secuencia de sellos, al mismo tiempo que giraba el torso lo suficiente para evadir el metal giratorio sediento de su sangre y contenía la respiración, expectante...
«Vamos empatados.» Se sonrió Ayame. Pero no se dejó confiar, y no bajó la guardia.
—¡Si vas a repetir la jugada...! —exclamó su oponente, llevándose una mano al portaojetos de su espalda y lanzando un silbante shuriken que se dirigió a toda velocidad hacia ella.
Pero no sólo eso. Daruu estaba haciendo sellos mientras volvía a sumergirse en el humo, por lo que Ayame supuso que algún tipo de técnica vendría después. ¿Pero de qué tipo? No podía verlo entre toda aquel humo que había comenzado a disiparse (y de hecho no tardaría mucho más en desaparecer del todo), pero que por el momento seguía siendo lo suficientemente densa como para ocultarse en ella.
«Esto sólo me va a perjudicar, pero no me queda otra alternativa...» Ayame chasqueó la lengua, entrecerrando ligeramente los ojos. Sus manos también habían comenzado a entrelazarse en una secuencia de sellos, al mismo tiempo que giraba el torso lo suficiente para evadir el metal giratorio sediento de su sangre y contenía la respiración, expectante...