27/04/2018, 10:55
—Creo que esa no es buena idea —replicó Jin, y Ayame se volvió hacia él, entre interrogante e impaciente. No podían perder tiempo discutiendo allí, a cada segundo que pasaban en aquella cocina, ¡quién sabe lo que podrían estar enfrentando Riko y Juro en esa casa de locos!—. Deberías coger tú el maíz, separar un poco y esconder el resto, por si vuelve a surgir la necesidad. Como te he dicho antes, si lo hago yo, no me contendré, me lo comeré todo, y si intentas detenerte, probablemente acabe haciéndote daño. Seré como animal salvaje, como un lobo que lleva semanas sin comer, y consigue cazar un cervatillo. No puedo controlarme, y no sabemos si volveremos a encontrar maíz, ni siquiera sabemos si el que tu has visto sigue ahí.
«Tan sólo espero que no me ataques también a sabiendas de que he escondido parte del maíz.» Meditó para sus adentros, alzando una ceja con cierto escepticismo.
—Está bien. Pero, por Amenokami, asegúrate de que la puerta no se cierre. Tenemos que reunirnos cuanto antes con los demás y lo último que quiero es que vuelva a suceder algo como lo de antes...
Dicho esto, y tras dejar a Jin al cuidado de la única entrada y salida de aquella habitación, Ayame se adentró en la cocina y se acercó a la nevera con pasos cautelosos. Tan sólo esperaba que su memoria no le hubiese jugado una mala pasada y que el maíz estuviera allí de verdad... De ser así, lo que haría sería tomar todo el maíz que encontrara, separarlo en dos raciones más o menos equitativas, y guardar la que no le iba a ofrecer a Jin por el momento en uno de los bolsillos de su pantalón.
«Tan sólo espero que no me ataques también a sabiendas de que he escondido parte del maíz.» Meditó para sus adentros, alzando una ceja con cierto escepticismo.
—Está bien. Pero, por Amenokami, asegúrate de que la puerta no se cierre. Tenemos que reunirnos cuanto antes con los demás y lo último que quiero es que vuelva a suceder algo como lo de antes...
Dicho esto, y tras dejar a Jin al cuidado de la única entrada y salida de aquella habitación, Ayame se adentró en la cocina y se acercó a la nevera con pasos cautelosos. Tan sólo esperaba que su memoria no le hubiese jugado una mala pasada y que el maíz estuviera allí de verdad... De ser así, lo que haría sería tomar todo el maíz que encontrara, separarlo en dos raciones más o menos equitativas, y guardar la que no le iba a ofrecer a Jin por el momento en uno de los bolsillos de su pantalón.