27/04/2018, 23:09
Shikanori permanecía a la defensiva. Su mente trabajaba sin descanso, mientras su cuerpo desconocía ese concepto por completo. Más se esforzaba el muchacho por parecer amable e inofensivo, más sospechas le generaban su actitud y sus supuestas intenciones. El joven Nara comenzó a reflexionar sobre esa curiosidad que el extraño decía tener en torno a su acercamiento con el pequeño ciervo. Las primeras deducciones del desconocido se vinculaban a poderes psíquicos o alguna clase de talento especial, así que a Shikanori se le ocurrió que tal vez no se trataba de un pervertido obsesionado con los ciervos, quizás era alguien interesado en técnicas de control mental. Los Nara no poseían ese tipo de jutsus, no eran capaces de someter la voluntad de ningún ser a través de conexiones psíquicas, pero podrían lograrlo a través de la manipulación de las sombras. Sin embargo, Shikanori no le revelaría esta información al muchacho. ¿Qué clase de ninja compartiría las técnicas de su clan con alguien que no pertenecía al mismo? Es más, ¿que clase de ninja compartiría información con alguien que no formaba parte de su misma aldea? ... ¿Cómo podía asegurar Shikanori que el muchacho era un habitante de otra aldea? No podía afirmarlo con absoluta seguridad, sin embargo estaba bastante convencido de ello. Le resultaba poco probable que otro ninja de Amegakure viajara durante casi una semana solo para visitar esos bosques. La placa metálica de esa bandana en su frente, oculta en gran parte por un grueso mechón, debía tener grabada el símbolo de otra aldea, podía apostarlo. Shikanori centró su mirada sobre aquella bandana, esperaba que una ráfaga de aire moviera ese mechón, al menos lo suficiente como para observar un detalle que le permitiera reconocer el símbolo. Pero su mirada se desvió cuando por el rabillo del ojo percibió un salto del ciervo hacia la derecha. El animal dio otro pequeño salto y corrió hacia los arbustos para esconderse. « Parece que se asustó » El joven Nara se preguntó inmediatamente que lo había asustado tanto. Si hubiese sido el muchacho desconocido, hubiese emprendido la huida hacia atrás, en dirección opuesta, pero no fue así. Su instinto debió prevenirlo de otra clase de peligro. « ¿Qué fue lo que percibió? »