30/04/2018, 11:04
(Última modificación: 30/04/2018, 11:38 por Aotsuki Ayame.)
Pero Zetsuo suspiró para sus adentros cuando Daruu se alejó de la habitación. Porque sabía que el muchacho no le haría caso y echaría a correr a la menor oportunidad.
—No debería haberle dejado marchar —masculló para sí, pero terminó por cerrar los ojos y darse la vuelta.
Y allí iba Daruu, tal y como había previsto el veterano médico, corriendo por los pasillos entre esforzados resuellos como si le fuera la vida en ello, levantando las protestas de pacientes, enfermeros y médicos por igual. No habría tenido tanta suerte de haberse encontrado cara a cara con Zetsuo al girar la siguiente esquina; pero, afortunadamente para él, aquello no llegó a pasar nunca.
El genin frenó a duras penas y resbaló al pasarse la puerta que estaba buscando, pero logró recomponerse a tiempo y apoyarse en el marco de la puerta, sudoroso, jadeante y sujetándose como si en cualquier momento fuera a desmontarse.
—Hola, mamá. Hola, Ayame.
¡PLOM!
Pero Kiroe, en otro intento por utilizar la ecolocalización, acababa de chocar de nuevo contra la pared, y Ayame corrió a socorrerla.
—¡Daruu-kun! ¿Pero qué haces, hombre? —exclamó la mujer—. ¿No deberías estar descansando? Ayame me estaba contando cómo te pateó el culo —rio con tono burlón, pero Ayame alzó ambas manos, alarmada.
—¡No, yo no...!
Bueno, en realidad sí que habían estado hablando de ello, ¡pero en ningún momento había usado esos términos ni habría tenido la osadía de referirse así a su compañero!
—¡No me pate... bueno, sí me pateó el culo! ¡Pero no he venido a hablar de la pelea! —protestó Daruu volviéndose hacia Ayame—. Mamá, te robo a Ayame un segundo. Ayame-chan, por favor, ¿puedes salir al pasillo un segundo? Quiero comentarte una cosa.
—Cl... Claro... —respondió ella, perpleja.
—Uy uy uy, que aquí hay tem... —añadió Kiroe, y Ayame se sonrojó hasta las orejas.
—¡Mamá, tú te callas!
—Jiji...
—Si... Si me disculpas un momento... Kiroe-san... —se excusó Ayame, inclinando la cabeza a modo de despedida.
Salió de la habitación en compañía de Daruu y enseguida giró la cabeza hacia él.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó, impaciente por saber lo que quería de ella.
Aunque enseguida sintió miedo.
¿Acaso habría hecho algo malo...?
—No debería haberle dejado marchar —masculló para sí, pero terminó por cerrar los ojos y darse la vuelta.
. . .
Y allí iba Daruu, tal y como había previsto el veterano médico, corriendo por los pasillos entre esforzados resuellos como si le fuera la vida en ello, levantando las protestas de pacientes, enfermeros y médicos por igual. No habría tenido tanta suerte de haberse encontrado cara a cara con Zetsuo al girar la siguiente esquina; pero, afortunadamente para él, aquello no llegó a pasar nunca.
El genin frenó a duras penas y resbaló al pasarse la puerta que estaba buscando, pero logró recomponerse a tiempo y apoyarse en el marco de la puerta, sudoroso, jadeante y sujetándose como si en cualquier momento fuera a desmontarse.
—Hola, mamá. Hola, Ayame.
¡PLOM!
Pero Kiroe, en otro intento por utilizar la ecolocalización, acababa de chocar de nuevo contra la pared, y Ayame corrió a socorrerla.
—¡Daruu-kun! ¿Pero qué haces, hombre? —exclamó la mujer—. ¿No deberías estar descansando? Ayame me estaba contando cómo te pateó el culo —rio con tono burlón, pero Ayame alzó ambas manos, alarmada.
—¡No, yo no...!
Bueno, en realidad sí que habían estado hablando de ello, ¡pero en ningún momento había usado esos términos ni habría tenido la osadía de referirse así a su compañero!
—¡No me pate... bueno, sí me pateó el culo! ¡Pero no he venido a hablar de la pelea! —protestó Daruu volviéndose hacia Ayame—. Mamá, te robo a Ayame un segundo. Ayame-chan, por favor, ¿puedes salir al pasillo un segundo? Quiero comentarte una cosa.
—Cl... Claro... —respondió ella, perpleja.
—Uy uy uy, que aquí hay tem... —añadió Kiroe, y Ayame se sonrojó hasta las orejas.
—¡Mamá, tú te callas!
—Jiji...
—Si... Si me disculpas un momento... Kiroe-san... —se excusó Ayame, inclinando la cabeza a modo de despedida.
Salió de la habitación en compañía de Daruu y enseguida giró la cabeza hacia él.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó, impaciente por saber lo que quería de ella.
Aunque enseguida sintió miedo.
¿Acaso habría hecho algo malo...?