1/05/2018, 03:56
Aquel día era como cualquier otro día en Amegakure, un día común y corriente en donde la lluvia adornaba el panorama, en donde los aldeanos se protegían con sus paraguas e impermeables y en donde todo transcurría con normalidad, pero... ¿Realmente todo estaba marchando bien? La respuesta era sencilla a lo que a mi concierne, NO.
Tenía que ver el lado positivo del asunto, estaba avanzando en mis habilidades, mis horas de lectura y prácticas estaban dando sus frutos, sin embargo, no eran frutos dulces y jugosos, eran grandes sí, pero traería consigo más dedicación, más horas de estudio, las cuales sí que me darían una verdadera recompensa, y esa meta era una bastante importante para cualquier médico: asistir en operaciones y evidentemente luego realizar operaciones y en cuanto a los médicos concierne, ya me encontraba apto para encontrarme en el quirófano.
Es por ello que este día en especial me encontraba en la biblioteca, sentado en una mesa con varios libros y pergaminos alrededor, tenía que repasar lo que ya había interiorizado, tenía que refrescar aquellas técnicas que en algún momento vi inalcanzables para mi y efectivamente luego tendría que practicar, solo que ya no sería una práctica en la que se aceptaran errores, sino una verdadera operación, conjunto a un exquisito dominio del chakra; errar no era una opción.
Junto a mi también se encontraban un par de vasos plásticos, se podría deducir rápidamente lo que hubo en su interior, una bebida en base a cafeína para mantenerme despierto, y no, no pasé la noche en la biblioteca, lo cierto era que tenía varios días sacrificando algunas horas de sueño para no derrochar el valioso tiempo, tenía que asegurarme de estar en optimas condiciones, teóricamente hablando, el descanso vendría luego.
La ausencia del ruido fue perfecta... Perfecta hasta que una persona llegó a irrumpir en mi paz, ni siquiera el encargado de la biblioteca había dado señales de vida, pero ahora no podía decir que aquel mesón era solo mío, puesto que aquel chico, de baja estatura, de cabellos morados y con un parche en el ojo, se sentó no muy lejos de mi desorden, o mejor dicho, bastante cerca... Mis ojos hurgaron rápidamente en su físico, era shinobi, su placa así lo anunciaba; ¿habría perdido el ojo en una misión?
"De todas las mesas libres, tenía que elegir esta..."
Para ese momento mis orbes seguían fijas en él, un tanto molesto para cualquier lector, no obstante, él pronto se daría cuenta de que mi rostro lucía sendas ojeras y que realmente no lo estaba viendo del todo, los parpados pesaban bastante más de lo normal...
Tenía que ver el lado positivo del asunto, estaba avanzando en mis habilidades, mis horas de lectura y prácticas estaban dando sus frutos, sin embargo, no eran frutos dulces y jugosos, eran grandes sí, pero traería consigo más dedicación, más horas de estudio, las cuales sí que me darían una verdadera recompensa, y esa meta era una bastante importante para cualquier médico: asistir en operaciones y evidentemente luego realizar operaciones y en cuanto a los médicos concierne, ya me encontraba apto para encontrarme en el quirófano.
Es por ello que este día en especial me encontraba en la biblioteca, sentado en una mesa con varios libros y pergaminos alrededor, tenía que repasar lo que ya había interiorizado, tenía que refrescar aquellas técnicas que en algún momento vi inalcanzables para mi y efectivamente luego tendría que practicar, solo que ya no sería una práctica en la que se aceptaran errores, sino una verdadera operación, conjunto a un exquisito dominio del chakra; errar no era una opción.
Junto a mi también se encontraban un par de vasos plásticos, se podría deducir rápidamente lo que hubo en su interior, una bebida en base a cafeína para mantenerme despierto, y no, no pasé la noche en la biblioteca, lo cierto era que tenía varios días sacrificando algunas horas de sueño para no derrochar el valioso tiempo, tenía que asegurarme de estar en optimas condiciones, teóricamente hablando, el descanso vendría luego.
La ausencia del ruido fue perfecta... Perfecta hasta que una persona llegó a irrumpir en mi paz, ni siquiera el encargado de la biblioteca había dado señales de vida, pero ahora no podía decir que aquel mesón era solo mío, puesto que aquel chico, de baja estatura, de cabellos morados y con un parche en el ojo, se sentó no muy lejos de mi desorden, o mejor dicho, bastante cerca... Mis ojos hurgaron rápidamente en su físico, era shinobi, su placa así lo anunciaba; ¿habría perdido el ojo en una misión?
"De todas las mesas libres, tenía que elegir esta..."
Para ese momento mis orbes seguían fijas en él, un tanto molesto para cualquier lector, no obstante, él pronto se daría cuenta de que mi rostro lucía sendas ojeras y que realmente no lo estaba viendo del todo, los parpados pesaban bastante más de lo normal...