2/05/2018, 17:11
La ametralladora de palabras en que se había convertido Kagetsuna seguía descargando su munición, sin piedad ni contemplaciones, contra un cada vez más abatido cocinero. A medida que el genin ponía sobre la mesa su particular visión del asunto, Yemi Sin Yemas iba tintando su rostro de diferentes emociones; primero, ira, luego abatimiento, y finalmente desazón. Acabó por aguantar el chaparrón con los codos sobre la barra y el rostro hundido entre sus manos, murmurando en voz baja palabras inaudibles —que probablemente eran maldiciones contra el propio Kagetsuna, contra su suerte, o contra ambos—.
El joven Isa se despachó a gusto contra Yemi Sin Yemas mientras éste no parecía muy inclinado a contestarle. Tal vez ya había perdido toda esperanza, o tenía miedo del shinobi, o incluso pensaba que sería inútil hablar llegados a ese punto.
Reika, por su parte, realizó algunos sellos más y —ante la mirada interesada de Akame— creó otra de sus mariposas, que voló bien alto para intentar identificar a las matonas, que ya debían andar lejos de allí. Tuvo suerte aun así, porque su animalillo violeta creyó ver las siluetas corpulentas y los andares chulescos de las dos mujeres dirigiéndose hacia el modesto puerto de Colapescado.
Akame, mientras, observaba todo con la discrección de un ninja en territorio extranjero.. «¿"Mi anterior mariposa fue de escucha"? ¿Qué quiere decir eso? Sin duda es una clase de jutsu...» Sea como fuere, parecía que aquella kunoichi había recabado algo de información de las tipejas —y que compartió amablemente con el Uchiha—. «La puta madre, tengo que poner orden antes de que la situación se descontrole. Soy el shinobi de mayor rango, al fin y al cabo», se dijo Akame.
—Bueno, bueno, ¡calma todos! —exclamó el de Uzushiogakure alzando ambos brazos—. Está claro que, lo que quiera que haya pasado aquí, no ha sido un simple malentendido.
Se giró hacia el genin, que ya tenía intenciones de alejarse de allí en solitario.
—Kagetsuna-san, si pretendes investigar el asunto, deberías acercarte y hablar con nosotros. Al fin y al cabo, Reika-san asegura que ya te tienen fichado. Será mejor si no vas tú solo.
Mientras tanto, Yemi Sin Yemas parecía haberse recuperado y ahora miraba a los tres ninjas.
—Ya es inútil... Nunca me perdonarán —contestó a la pregunta de Reika—. Esta gente es peligrosa, y están organizados.
En los ojos del cocinero se podía ver la desesperación que le invadía por momentos.
—Vosotros no lo entendéis... ¡Es imposible enfrentarse a ellos! —se lamentó, y luego se abrió una latita de refresco de naranja. Bebió dos largos tragos—. Están involucrados en todos los negocios de Colapescado... En los que quedan abiertos, al menos. También controlan la poca pesca que el Daimyō nos deja hacer en estas costas. Supervisan las importaciones de Coladragón... ¡Ya sé lo que parece! —se apresuró a gritar, como excusándose, mirando a Kagetsuna—. Pero la gente de aquí no tiene otra alternativa. No tenemos otra alternativa.
Akame alzó una ceja, desconcertado.
—¿Alternativa? ¿A qué se refiere? —quiso saber el jōnin.
—El gobierno de Arashi no Kuni nos abandonó. Amegakure nos abandonó... —Yemi Sin Yemas bebió otro trago del refresco—. Antes esto era un pueblo respetable. Había trabajo para todos en el mar y venía mucha gente de fuera a probar nuestro pescado con papas... Pero eso se acabó cuando llegó el Trucho. Metió mano en todos los negocios de Colapescado, la gente empezó a cansarse, a marcharse del pueblo. Cada vez salían menos barcos al mar, y el Daimyō acabó por reducir nuestra cuota de pesca.
»La mayoría de la gente por aquí se fue, a Coladragón o más lejos incluso, para no tener que convivir con la gente del Trucho Torcido. Ahora sólo quedamos unos pocos.
El joven Isa se despachó a gusto contra Yemi Sin Yemas mientras éste no parecía muy inclinado a contestarle. Tal vez ya había perdido toda esperanza, o tenía miedo del shinobi, o incluso pensaba que sería inútil hablar llegados a ese punto.
Reika, por su parte, realizó algunos sellos más y —ante la mirada interesada de Akame— creó otra de sus mariposas, que voló bien alto para intentar identificar a las matonas, que ya debían andar lejos de allí. Tuvo suerte aun así, porque su animalillo violeta creyó ver las siluetas corpulentas y los andares chulescos de las dos mujeres dirigiéndose hacia el modesto puerto de Colapescado.
Akame, mientras, observaba todo con la discrección de un ninja en territorio extranjero.. «¿"Mi anterior mariposa fue de escucha"? ¿Qué quiere decir eso? Sin duda es una clase de jutsu...» Sea como fuere, parecía que aquella kunoichi había recabado algo de información de las tipejas —y que compartió amablemente con el Uchiha—. «La puta madre, tengo que poner orden antes de que la situación se descontrole. Soy el shinobi de mayor rango, al fin y al cabo», se dijo Akame.
—Bueno, bueno, ¡calma todos! —exclamó el de Uzushiogakure alzando ambos brazos—. Está claro que, lo que quiera que haya pasado aquí, no ha sido un simple malentendido.
Se giró hacia el genin, que ya tenía intenciones de alejarse de allí en solitario.
—Kagetsuna-san, si pretendes investigar el asunto, deberías acercarte y hablar con nosotros. Al fin y al cabo, Reika-san asegura que ya te tienen fichado. Será mejor si no vas tú solo.
Mientras tanto, Yemi Sin Yemas parecía haberse recuperado y ahora miraba a los tres ninjas.
—Ya es inútil... Nunca me perdonarán —contestó a la pregunta de Reika—. Esta gente es peligrosa, y están organizados.
En los ojos del cocinero se podía ver la desesperación que le invadía por momentos.
—Vosotros no lo entendéis... ¡Es imposible enfrentarse a ellos! —se lamentó, y luego se abrió una latita de refresco de naranja. Bebió dos largos tragos—. Están involucrados en todos los negocios de Colapescado... En los que quedan abiertos, al menos. También controlan la poca pesca que el Daimyō nos deja hacer en estas costas. Supervisan las importaciones de Coladragón... ¡Ya sé lo que parece! —se apresuró a gritar, como excusándose, mirando a Kagetsuna—. Pero la gente de aquí no tiene otra alternativa. No tenemos otra alternativa.
Akame alzó una ceja, desconcertado.
—¿Alternativa? ¿A qué se refiere? —quiso saber el jōnin.
—El gobierno de Arashi no Kuni nos abandonó. Amegakure nos abandonó... —Yemi Sin Yemas bebió otro trago del refresco—. Antes esto era un pueblo respetable. Había trabajo para todos en el mar y venía mucha gente de fuera a probar nuestro pescado con papas... Pero eso se acabó cuando llegó el Trucho. Metió mano en todos los negocios de Colapescado, la gente empezó a cansarse, a marcharse del pueblo. Cada vez salían menos barcos al mar, y el Daimyō acabó por reducir nuestra cuota de pesca.
»La mayoría de la gente por aquí se fue, a Coladragón o más lejos incluso, para no tener que convivir con la gente del Trucho Torcido. Ahora sólo quedamos unos pocos.