9/05/2018, 10:36
—No, no, el agua de un Suiton no es potable —dijo Daruu, riendo—. No me preguntes tampoco cómo lo he averiguado, anda.
Tomó uno de esos frutos y bebió por un agujero que había hecho con una piedra. Arrugó el morro: por mucho que agradeciese el líquido, también sabía a la fruta. No le desagradaba del todo, pero era como intercalar el postre con la cena.
—Como mucho, te puede servir para refrescarte, en una travesía por algún lugar que haga mucho calor —dijo—. Aunque puede ser contraproducente. Estás gastando energía, al fin y al cabo.
Datsue le recordó que Daruu le debía una historia, cuando antes, cuando había mencionado su sangre fría, el muchacho se lo había dejad caer. El amejin suspiró, clavó la vista en el suelo y comenzó:
—Era una tarde lluviosa de... —se interrumpió un momento, luego se permitió soltar una risilla—. Bueno, joder. En el País de la Tormenta siempre llueve.
»Yo era apenas un crío. Estaba con mi madre, en Shinogi-To, comprando ingredientes para su cafetería. Un borracho me empujó y se llevó a mi madre del brazo a un callejón. Le inyectó algo que la... durmió. Al principio, me quedé paralizado. Pero fui detrás de él, y... Bueno, estaba claro que lo que iba a hacer era violarla.
»Fue en ese momento cuando desperté el Byakugan. Y sin comprender todavía qué era ese poder, lo utilicé para coger un vidrio del suelo, saltar y rajarle la yugular al borracho. No me lo pensé. Ni siquiera pensé ni un momento lo que estaba haciendo.
»Por todo lo que pasó, me quedé en shock. Pero cuando mamá despertó y todo el peligro había pasado, ella me enseñó que gracias a que no dudé pude salvarla, quizás no solo de la violación, sino de que luego la asesinara. También fue ese día cuando decidí que sería shinobi.
Levantó el brazo y observó unos segundos el muslo de jabalí que tenía en la mano como si fuese algo sobre lo que reflexionar profundamente. Con los ojos perdidos.
—Por mi, dar muerte siempre está justificado si es por el bien mayor de salvar a alguien, o de salvar tu pellejo, también. Eso también está bien. —Dibujó una sonrisa triste—. Puede ser desagradable, pero es lo que hay. Y luego, la academia me enseñó más cosas. Me enseñó que puede ser la única opción para propiciar un bien mayor. O un mal menor.
»Mientras no perdamos la humanidad... y eso sólo pasará si disfrutamos de matar a alguien. ¿Eso te ha sucedido, Datsue? ¿Alguna vez has disfrutado por matar a alguien? No hablo de sentir que has hecho justicia porque ha sido una venganza. Disfrutar por el hecho de clavar el puñal.
»Eso es lo más despreciable que existe. —Le dio un bocado más a su cena.
Tomó uno de esos frutos y bebió por un agujero que había hecho con una piedra. Arrugó el morro: por mucho que agradeciese el líquido, también sabía a la fruta. No le desagradaba del todo, pero era como intercalar el postre con la cena.
—Como mucho, te puede servir para refrescarte, en una travesía por algún lugar que haga mucho calor —dijo—. Aunque puede ser contraproducente. Estás gastando energía, al fin y al cabo.
Datsue le recordó que Daruu le debía una historia, cuando antes, cuando había mencionado su sangre fría, el muchacho se lo había dejad caer. El amejin suspiró, clavó la vista en el suelo y comenzó:
—Era una tarde lluviosa de... —se interrumpió un momento, luego se permitió soltar una risilla—. Bueno, joder. En el País de la Tormenta siempre llueve.
»Yo era apenas un crío. Estaba con mi madre, en Shinogi-To, comprando ingredientes para su cafetería. Un borracho me empujó y se llevó a mi madre del brazo a un callejón. Le inyectó algo que la... durmió. Al principio, me quedé paralizado. Pero fui detrás de él, y... Bueno, estaba claro que lo que iba a hacer era violarla.
»Fue en ese momento cuando desperté el Byakugan. Y sin comprender todavía qué era ese poder, lo utilicé para coger un vidrio del suelo, saltar y rajarle la yugular al borracho. No me lo pensé. Ni siquiera pensé ni un momento lo que estaba haciendo.
»Por todo lo que pasó, me quedé en shock. Pero cuando mamá despertó y todo el peligro había pasado, ella me enseñó que gracias a que no dudé pude salvarla, quizás no solo de la violación, sino de que luego la asesinara. También fue ese día cuando decidí que sería shinobi.
Levantó el brazo y observó unos segundos el muslo de jabalí que tenía en la mano como si fuese algo sobre lo que reflexionar profundamente. Con los ojos perdidos.
—Por mi, dar muerte siempre está justificado si es por el bien mayor de salvar a alguien, o de salvar tu pellejo, también. Eso también está bien. —Dibujó una sonrisa triste—. Puede ser desagradable, pero es lo que hay. Y luego, la academia me enseñó más cosas. Me enseñó que puede ser la única opción para propiciar un bien mayor. O un mal menor.
»Mientras no perdamos la humanidad... y eso sólo pasará si disfrutamos de matar a alguien. ¿Eso te ha sucedido, Datsue? ¿Alguna vez has disfrutado por matar a alguien? No hablo de sentir que has hecho justicia porque ha sido una venganza. Disfrutar por el hecho de clavar el puñal.
»Eso es lo más despreciable que existe. —Le dio un bocado más a su cena.