11/05/2018, 21:57
Todo se empezó a descontrolar. Juro supo que sus palabras no harían mella en Jin. Sin embargo, Riko fue el que salió a defenderle a él y a los demás.
« No tienes porque... él me odia a mí... » — pensó Juro, entristecido. Jin había empezado a odiar a Riko también — quizá por el hecho de que estuviese de su bando en ese momento —, pero ahora era seguro. Solo quedaba Ayame.
Ambos empezaron a insultarse y a gritarse cosas, y Juro no supo que hacer. No podía intervenir en algo así. Se quedó agazapado, como Ayame, a la espera de que el conflicto llegase a su fin. Quizá fuese un acto de cobardía, o un acto inteligente, viendo el aprecio que le tenía Jin.
Pero entonces, una risa se unió a la fiesta, y se llevó la parte protagonista.
—¡JA, JA, JA, JA, JA!
En la escalera, había un hombre. Era el ahorcado.
—Todos sois iguales... Egoístas, manipulativos, incapaces de pensar en otra persona más allá de vosotros mismos, por mucho que aparentéis.Lástima que en su momento yo también confiase en mis amigos tanto que me apuñalaron en la espalda.
Juro le observó, intranquilo. Empezó a decirles cosas: que él había sido como ellos cuatro, que había estado en su misma situación. Y que sus compañeros habían fallecido intentando salvarse. Les hablaba como un ser paranormal, desligado de toda humanidad. Ya no recordaba su lado humano.
Sin embargo, parecía que ellos tenían suerte. Le caían bien.
« Pues lo disimulas muy bien, cabrón » — masculló, para sí.
En un abrir y cerrar de ojos, agarrado de su puño, estaba el falso Jin. Aquel ser que no era un humano tampoco — quizá lo hubiese sido antes, pero ahora no.
—Podréis salir de aquí, con vida, si acabáis con la vida de él.
Juro quiso soltar una carcajada. ¿Qué le caían bien? No... eso era mentira también. Ese monstruo solo quería continuar la risa. Era una broma que ya había perdido la gracia. Entonces creyó comprender porque la casa estaba suministrado maiz a Jin ocasionalmente. No quería matarles simplemente. Quería que se mataran entre ellos. Quería ponerlos en contra.
Y ese falso Jin era un detonante, junto a la marioneta, y junto al resto de cosas. Les manipulaba, simplemente.
Jin se puso entre todos, dandole la espalda al falso él. Como si supiese en quien debía confiar.
—No voy a permitirlo. Incluso si no es mi padre, incluso si ha usado mi aspecto, no voy a dejar que lo matéis. Por encima de mi cadáver. Tendréis que matarme a mi primero.
— ¡Jin, sal de ahí! ¡Le estas dando la espalda a la persona equivocada!
Pero era en vano y lo sabía. Él nunca iba a confiar en él. Y Riko había tomado su decisión.
—Está bien, se acabó, no vamos a aguantar más sandeces. Déjame el kunai, Ayame, yo lo hago, de aquí salimos los cuatro.
Ayame sin embargo, retrocedió, y le instó a esperarle. Le dijo que ese falso Jin era una persona, y que por tanto, no podían matarle. También sugirió que era una trampa del ahorcado.
Juro finalmente optó por un bando. Le puso una mano en el hombro a Riko, tanto como precaución como para frenarle, y habló claramente.
— Estoy con Ayame. Esta casa nos ha estado manipulando desde el momento en que hemos entrado. Ha jugado con nosotros y con nuestros recuerdos hasta hartarse. Nada nos asegura que diga la verdad — dijo, con rabia —. Juntemos las piezas.
Juro entonces hurgaría en su bolsillo y trataría de sacar su pieza, si Riko no hacía nada para impedirlo, y si Ayame sacaba la suya. Solo quedaría que Jin estuviese con ellos o no.
« No tienes porque... él me odia a mí... » — pensó Juro, entristecido. Jin había empezado a odiar a Riko también — quizá por el hecho de que estuviese de su bando en ese momento —, pero ahora era seguro. Solo quedaba Ayame.
Ambos empezaron a insultarse y a gritarse cosas, y Juro no supo que hacer. No podía intervenir en algo así. Se quedó agazapado, como Ayame, a la espera de que el conflicto llegase a su fin. Quizá fuese un acto de cobardía, o un acto inteligente, viendo el aprecio que le tenía Jin.
Pero entonces, una risa se unió a la fiesta, y se llevó la parte protagonista.
—¡JA, JA, JA, JA, JA!
En la escalera, había un hombre. Era el ahorcado.
—Todos sois iguales... Egoístas, manipulativos, incapaces de pensar en otra persona más allá de vosotros mismos, por mucho que aparentéis.Lástima que en su momento yo también confiase en mis amigos tanto que me apuñalaron en la espalda.
Juro le observó, intranquilo. Empezó a decirles cosas: que él había sido como ellos cuatro, que había estado en su misma situación. Y que sus compañeros habían fallecido intentando salvarse. Les hablaba como un ser paranormal, desligado de toda humanidad. Ya no recordaba su lado humano.
Sin embargo, parecía que ellos tenían suerte. Le caían bien.
« Pues lo disimulas muy bien, cabrón » — masculló, para sí.
En un abrir y cerrar de ojos, agarrado de su puño, estaba el falso Jin. Aquel ser que no era un humano tampoco — quizá lo hubiese sido antes, pero ahora no.
—Podréis salir de aquí, con vida, si acabáis con la vida de él.
Juro quiso soltar una carcajada. ¿Qué le caían bien? No... eso era mentira también. Ese monstruo solo quería continuar la risa. Era una broma que ya había perdido la gracia. Entonces creyó comprender porque la casa estaba suministrado maiz a Jin ocasionalmente. No quería matarles simplemente. Quería que se mataran entre ellos. Quería ponerlos en contra.
Y ese falso Jin era un detonante, junto a la marioneta, y junto al resto de cosas. Les manipulaba, simplemente.
Jin se puso entre todos, dandole la espalda al falso él. Como si supiese en quien debía confiar.
—No voy a permitirlo. Incluso si no es mi padre, incluso si ha usado mi aspecto, no voy a dejar que lo matéis. Por encima de mi cadáver. Tendréis que matarme a mi primero.
— ¡Jin, sal de ahí! ¡Le estas dando la espalda a la persona equivocada!
Pero era en vano y lo sabía. Él nunca iba a confiar en él. Y Riko había tomado su decisión.
—Está bien, se acabó, no vamos a aguantar más sandeces. Déjame el kunai, Ayame, yo lo hago, de aquí salimos los cuatro.
Ayame sin embargo, retrocedió, y le instó a esperarle. Le dijo que ese falso Jin era una persona, y que por tanto, no podían matarle. También sugirió que era una trampa del ahorcado.
Juro finalmente optó por un bando. Le puso una mano en el hombro a Riko, tanto como precaución como para frenarle, y habló claramente.
— Estoy con Ayame. Esta casa nos ha estado manipulando desde el momento en que hemos entrado. Ha jugado con nosotros y con nuestros recuerdos hasta hartarse. Nada nos asegura que diga la verdad — dijo, con rabia —. Juntemos las piezas.
Juro entonces hurgaría en su bolsillo y trataría de sacar su pieza, si Riko no hacía nada para impedirlo, y si Ayame sacaba la suya. Solo quedaría que Jin estuviese con ellos o no.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60