12/05/2018, 22:54
Karma no sabía muy bien qué hacía allí.
Hacía unos días le había llegado un mensaje muy extraño, invitándola a lo que los originarios de la zona llamaban "La Playa Túnel". La muchacha no tenía ni idea de cómo el remitente había logrado dar con su dirección; simplemente supuso que debía de ser alguien de su misma villa, un vecino bromista, quizás.
El asunto olía muy mal, pero Karma no logró apaciguar su curiosidad lo suficiente como para ignorar aquella nota. Aunque estaba casi segura de que más tarde lo lamentaría, la genin se desplazó hasta la entrada de la cueva. Vestía como de costumbre: su vestido, el kit, portador de objetos, sandalias y su protector del Remolino a la frente, marcando la guinda del pastel de moras que era la Kojima.
Se plantó frente a la entrada y, tratando de ocultar su inseguridad, gritó:
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Hacía unos días le había llegado un mensaje muy extraño, invitándola a lo que los originarios de la zona llamaban "La Playa Túnel". La muchacha no tenía ni idea de cómo el remitente había logrado dar con su dirección; simplemente supuso que debía de ser alguien de su misma villa, un vecino bromista, quizás.
El asunto olía muy mal, pero Karma no logró apaciguar su curiosidad lo suficiente como para ignorar aquella nota. Aunque estaba casi segura de que más tarde lo lamentaría, la genin se desplazó hasta la entrada de la cueva. Vestía como de costumbre: su vestido, el kit, portador de objetos, sandalias y su protector del Remolino a la frente, marcando la guinda del pastel de moras que era la Kojima.
Se plantó frente a la entrada y, tratando de ocultar su inseguridad, gritó:
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?