13/05/2018, 18:00
El sol estaba por alcanzar su máximo resplandor, en cuestión de minutos podría apoderarse como el único astro del firmamento, ni siquiera las nubes se osaban a acercarse, no pretendían apagar el brillo del rey, quién se mantenía orgulloso irradiando su rayos a la población de Yamiria, la capital del País del Espiral.
A pesar de las altas temperaturas, la gente se mantenía entre las calles, caminando entre los diferentes puestos, vendiendo o comprando, o incluso robando... Era el lugar perfecto para cualquier tipo de actividad debido a que muchas personas estaban circulando por los alrededores, y una de esas era yo, Inoue Keisuke.
Ese día vestía como de costumbre, la única diferencia en particular era que el protector de la villa no lucía en mi frente, y que una túnica caqui cubría gran parte de mi vestimenta; mi imagen se desplazaba entre los distintos lugares que ofrecían los vendedores, pero específicamente en puestos de hierbas y especias raras.
En algún callejón oscuro y no tan frecuentado, una pareja de jóvenes discutía entre ellos...
—¿Q-Qué?— Expresó atónita, su rostro se mostró temoroso y sus manos temblaron. —N-No... P-Porfavor... Dime que no lo hiciste...— En sus ojos se reflejó la angustia
—Fue fácil, no se dieron cuenta.— Sonrió, pero al hacerlo su hermana pudo percibir una mueca de dolor. —Con esto resolveremos nuestros problemas por un par de días.— Entonces mostró una cadena gruesa, dorada con una placa de tamaño considerable, era pesada, sí. No obstante, su otra mano reposaba dentro de su chaqueta.
Ante el fulgor de la joya, los ojos de la chica cambiaron, se iluminaron con un poco de esperanza.—Eres el mejor!— Entonces se acercó y miró el oro frente a ella, incluso la cargó para corroborar su peso. —Será mejor que nos vayamos.— Devolvió la cadena y caminó adelante, para asegurarse de que nadie los vería.
Su hermano hizo lo mismo, lo único que no sabía es que un par de gotas rojas servirían como un rastro fresco, y que posiblemente después de un tiempo su situación pudiera agravarse, cosa que ignoraba.
A pesar de las altas temperaturas, la gente se mantenía entre las calles, caminando entre los diferentes puestos, vendiendo o comprando, o incluso robando... Era el lugar perfecto para cualquier tipo de actividad debido a que muchas personas estaban circulando por los alrededores, y una de esas era yo, Inoue Keisuke.
Ese día vestía como de costumbre, la única diferencia en particular era que el protector de la villa no lucía en mi frente, y que una túnica caqui cubría gran parte de mi vestimenta; mi imagen se desplazaba entre los distintos lugares que ofrecían los vendedores, pero específicamente en puestos de hierbas y especias raras.
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En algún callejón oscuro y no tan frecuentado, una pareja de jóvenes discutía entre ellos...
—¿Q-Qué?— Expresó atónita, su rostro se mostró temoroso y sus manos temblaron. —N-No... P-Porfavor... Dime que no lo hiciste...— En sus ojos se reflejó la angustia
—Fue fácil, no se dieron cuenta.— Sonrió, pero al hacerlo su hermana pudo percibir una mueca de dolor. —Con esto resolveremos nuestros problemas por un par de días.— Entonces mostró una cadena gruesa, dorada con una placa de tamaño considerable, era pesada, sí. No obstante, su otra mano reposaba dentro de su chaqueta.
Ante el fulgor de la joya, los ojos de la chica cambiaron, se iluminaron con un poco de esperanza.—Eres el mejor!— Entonces se acercó y miró el oro frente a ella, incluso la cargó para corroborar su peso. —Será mejor que nos vayamos.— Devolvió la cadena y caminó adelante, para asegurarse de que nadie los vería.
Su hermano hizo lo mismo, lo único que no sabía es que un par de gotas rojas servirían como un rastro fresco, y que posiblemente después de un tiempo su situación pudiera agravarse, cosa que ignoraba.