13/05/2018, 21:47
Otro caluroso día de verano más. La estación se le estaba haciendo insoportable a la fémina. «¿Soy yo o hace más calor que el año pasado?», meditó a la par que se apartaba el sudor de la frente con un ligero desplazamiento de brazo. La marabulta a su alrededor no ayudaba.
Karma se abrió paso entre la multitud a ritmo pausado. No estaba de servicio, así que no llevaba el hitai-ate de Uzugakure visible en su persona. En lugar de su vestimenta habitual, la joven portaba un humilde kimono de color índigo y un par de getas de madera. Llevaba un misterioso vial y unas cuantas agujas escondidas en el interior de los pliegues de la prenda, por si las moscas.
Iba algo ensimismada, enfrascada en sus pensamientos. «¿Para qué había venido hasta aquí...? Ah sí, la enciclopedia...». Tanto, que no se percató de que su trayectoria la llevaría a colisionar con otro viandante hasta que fue demasiado tarde.
¡Paf! Karma tuvo que dar un brusco paso hacia atrás; estuvo a un solo pelo de perder el equilibrio y aterrizar con el trasero.
—¡Lo siento, lo siento! —voceó lastimosamente.
La víctima de su falta de atención había sido un zagal de cabellos más ruborizados que las mejillas de la kunoichi...
Karma se abrió paso entre la multitud a ritmo pausado. No estaba de servicio, así que no llevaba el hitai-ate de Uzugakure visible en su persona. En lugar de su vestimenta habitual, la joven portaba un humilde kimono de color índigo y un par de getas de madera. Llevaba un misterioso vial y unas cuantas agujas escondidas en el interior de los pliegues de la prenda, por si las moscas.
Iba algo ensimismada, enfrascada en sus pensamientos. «¿Para qué había venido hasta aquí...? Ah sí, la enciclopedia...». Tanto, que no se percató de que su trayectoria la llevaría a colisionar con otro viandante hasta que fue demasiado tarde.
¡Paf! Karma tuvo que dar un brusco paso hacia atrás; estuvo a un solo pelo de perder el equilibrio y aterrizar con el trasero.
—¡Lo siento, lo siento! —voceó lastimosamente.
La víctima de su falta de atención había sido un zagal de cabellos más ruborizados que las mejillas de la kunoichi...