15/05/2018, 01:15
Las cosas iban de mal en peor. El largo y tendido monólogo de Kisho dejó a Karma completa y absolutamente abrumada. El joven no parecía albergar intención alguna de hacerle mal —por el momento, al menos—, lo cual no cambiaba el hecho de que realizó unas afirmaciones extrañas por un lado y francamente preocupantes por otro. «¿Supongo que tengo que reportarlo? Un ninja de Kusagakure no debería de conocer la localización de la aldea...».
La muchacha de cabellos púrpura tragó saliva. No sabía cómo continuar con la conversación. Es más, comenzaba a sentirse acalorada; demasiadas lisonjas en un corto espacio de tiempo para su mente.
Aún plantada donde se había quedado al gritar al interior de la caverna, la kunoichi sonrió como pudo.
—¿Y de qué te gustaría hablar, Kisho-san? —consultó, haciendo en tal de sonar agradable.
La muchacha de cabellos púrpura tragó saliva. No sabía cómo continuar con la conversación. Es más, comenzaba a sentirse acalorada; demasiadas lisonjas en un corto espacio de tiempo para su mente.
Aún plantada donde se había quedado al gritar al interior de la caverna, la kunoichi sonrió como pudo.
—¿Y de qué te gustaría hablar, Kisho-san? —consultó, haciendo en tal de sonar agradable.