20/05/2018, 14:46
La sola idea de abrazar al de Kusagakure desagradaba a Karma. «¡Bastante es que te estoy dando la mano, amigo! ¡Menudo descaro! Empiezo a pensar que este chaval no busca hacerme daño, si no bajarme los pantalones. Por un lado me tranquiliza, pero por otro me perturba...», caviló la joven con ánimo recriminatorio.
—No gracias, estoy bien... —contestó con indiferencia.
El pasaje se iba ennegreciendo según la pareja avanzaba. Finalmente alcazaron un punto en el que sus ojos humanos no les permitían ver ni lo que tenían frente a la nariz. Kisho procuró una fuente de luz, pero ni por esas podían ver la totalidad del túnel.
Sin previo aviso el lugar se inundó de chillidos, los sonidos de unos murciélagos que, perturbados por la repentina invasión de luz antinatural, salieron pitando de allí. Karma se asustó, lo repentino del acontecimiento la pilló con la guardia baja.
La kunoichi chilló, soltó a Kisho y se agachó, cubriéndose la cabeza con los brazos.
—No gracias, estoy bien... —contestó con indiferencia.
El pasaje se iba ennegreciendo según la pareja avanzaba. Finalmente alcazaron un punto en el que sus ojos humanos no les permitían ver ni lo que tenían frente a la nariz. Kisho procuró una fuente de luz, pero ni por esas podían ver la totalidad del túnel.
Sin previo aviso el lugar se inundó de chillidos, los sonidos de unos murciélagos que, perturbados por la repentina invasión de luz antinatural, salieron pitando de allí. Karma se asustó, lo repentino del acontecimiento la pilló con la guardia baja.
La kunoichi chilló, soltó a Kisho y se agachó, cubriéndose la cabeza con los brazos.