20/05/2018, 16:08
La joven alzó la mirada y se topó con la figura de Kisho frente a ella, protegiéndola. Se incorporó, sorprendida. «Vaya... al menos es caballeroso, no puedo negarlo», concendió.
—Sí, estoy bien, gracias, Kisho-san —afirmó con un tono suave como la brisa—. ¿Estás herido? Puedo vendarte si lo necesitas, o coserte la ropa.
Karma se mostró verdaderamente preocupada, a pesar de que todavía desconfiaba del Hyuga. Portaba consigo aguja e hilo en el kit médico; este combo servía tanto para suturar como para coser, y la kunoichi no solo era algo diestra en el arreglo de heridas, si no también en el de ropajes.
—Sí, estoy bien, gracias, Kisho-san —afirmó con un tono suave como la brisa—. ¿Estás herido? Puedo vendarte si lo necesitas, o coserte la ropa.
Karma se mostró verdaderamente preocupada, a pesar de que todavía desconfiaba del Hyuga. Portaba consigo aguja e hilo en el kit médico; este combo servía tanto para suturar como para coser, y la kunoichi no solo era algo diestra en el arreglo de heridas, si no también en el de ropajes.