24/05/2018, 15:56
Y con la confirmación del shinobi de cabellera azabache, terminó de hundir en la miseria el pensamiento que Etsu podía llegar a tener sobre el resto de Inuzukas. Bueno, en realidad tampoco debía fiarse del todo en éstos singulares miembros del clan, pues hasta su buen amigo admitía que era una familia de lo mas extraña. Siendo así, a saber qué parecían para un extraño...
¿Una manada de feriantes?
El chico torció varias veces el gesto, sin saber muy bien qué mueca poner, o qué pensar por un instante. Akane también seguía el hilo de la conversación, pero parecía estar pasando un rato del tema. Bien no le convenía, o bien a él no le importaba como fueran el resto, y le llamaba mas la atención si podían convertirse en un modelo a seguir por el resto.
En realidad, así debería ser como pensasen ambos.
Antes de que pudiese atacar de nuevo con una renovada tanda de preguntas, Datsue llamó la atención de Etsu. Sin demora, preguntó qué le parecía si le acompañaba hasta su destino. Al parecer, dentro de ese bosque de setas se guiaba mas bien poco, y volvería a perderse casi de seguro. El Inuzuka no vio en un principio el porqué debería acompañarlo, por muy amable que hubiese sido hasta el momento... aunque a decir verdad, no todo gran shinobi —o quien se propone llegar a serlo en algún momento— deja a su amparo a otra persona, por mucho que ésta sea shinobi también. Casi al momento, el Uchiha hizo aún mas jugosa la propuesta, añadiendo que por el camino podía preguntarle tanto como quisiera. El chico no sabía lo que decía. Cuando al Inuzuka le daban cuerda, por muy raro que le resultase hablar con otros humanos, solía extenderse con creces. Antes de zanjar el asunto, sin duda llegó a poner la propuesta tan interesante, que jamás podría haberla rechazado el Inuzuka.
«¿Un combate de entrenamiento?» pensó el rasta, con los ojos brillando tanto o mas que dos luceros al alba —claro, claro. Me encantaría, aunque obviamente sólo si luchamos con tranquilidad. No quisiera sobrepasarme, ni que te sobrepases... sería una contienda amistosa, ¿no?
Pero antes de darle cuerda y acelerar el paso en pos de aligerar el tan esperado momento del combate, el Inuzuka terminó por mirar hacia su flanco izquierdo. Se llevó por un instante la diestra hacia los labios, meditando por unos escasos segundos.
—Dejé al inicio del bosque una mochila... —aclaró, pues su distracción habría sido extraña cuanto menos. Miró a Akane, y volvió a mirar hacia el lugar anterior —nos vemos en el puente, sigue mi rastro y llegarás sin problemas.
En realidad, las palabras sobraban. Pero, sería quizás descortés que Datsue no se pudiese enterar de absolutamente nada.
—Warawouf.
Todo estaba claro.
Etsu volvió a llevar la mirada a Datsue —bueno, Akane se encarga de traerla, no tardará mucho.
»Es por aquí... —indicó el rasta, gesticulando con la mano y comenzando a andar en la dirección proporcionada.
¿Una manada de feriantes?
El chico torció varias veces el gesto, sin saber muy bien qué mueca poner, o qué pensar por un instante. Akane también seguía el hilo de la conversación, pero parecía estar pasando un rato del tema. Bien no le convenía, o bien a él no le importaba como fueran el resto, y le llamaba mas la atención si podían convertirse en un modelo a seguir por el resto.
En realidad, así debería ser como pensasen ambos.
Antes de que pudiese atacar de nuevo con una renovada tanda de preguntas, Datsue llamó la atención de Etsu. Sin demora, preguntó qué le parecía si le acompañaba hasta su destino. Al parecer, dentro de ese bosque de setas se guiaba mas bien poco, y volvería a perderse casi de seguro. El Inuzuka no vio en un principio el porqué debería acompañarlo, por muy amable que hubiese sido hasta el momento... aunque a decir verdad, no todo gran shinobi —o quien se propone llegar a serlo en algún momento— deja a su amparo a otra persona, por mucho que ésta sea shinobi también. Casi al momento, el Uchiha hizo aún mas jugosa la propuesta, añadiendo que por el camino podía preguntarle tanto como quisiera. El chico no sabía lo que decía. Cuando al Inuzuka le daban cuerda, por muy raro que le resultase hablar con otros humanos, solía extenderse con creces. Antes de zanjar el asunto, sin duda llegó a poner la propuesta tan interesante, que jamás podría haberla rechazado el Inuzuka.
«¿Un combate de entrenamiento?» pensó el rasta, con los ojos brillando tanto o mas que dos luceros al alba —claro, claro. Me encantaría, aunque obviamente sólo si luchamos con tranquilidad. No quisiera sobrepasarme, ni que te sobrepases... sería una contienda amistosa, ¿no?
Pero antes de darle cuerda y acelerar el paso en pos de aligerar el tan esperado momento del combate, el Inuzuka terminó por mirar hacia su flanco izquierdo. Se llevó por un instante la diestra hacia los labios, meditando por unos escasos segundos.
—Dejé al inicio del bosque una mochila... —aclaró, pues su distracción habría sido extraña cuanto menos. Miró a Akane, y volvió a mirar hacia el lugar anterior —nos vemos en el puente, sigue mi rastro y llegarás sin problemas.
En realidad, las palabras sobraban. Pero, sería quizás descortés que Datsue no se pudiese enterar de absolutamente nada.
—Warawouf.
Todo estaba claro.
Etsu volvió a llevar la mirada a Datsue —bueno, Akane se encarga de traerla, no tardará mucho.
»Es por aquí... —indicó el rasta, gesticulando con la mano y comenzando a andar en la dirección proporcionada.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~