26/05/2018, 20:25
El vial acertó al blanco y lo envenenó, tal y como la médico pretendía. Hikari no estaba muy contento con el resultado; no tardó en lanzarle a la kunoichi una comprensible pregunta con mala actitud.
—Un pequeño agente disuasorio, nada más —respondió Karma con seriedad.
Keisuke trató de desarmar la situación e intimidarlos, pero parecía que no iba a dar resultado. El par de tipos estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta en tal de recuperar aquella misteriosa cadena, parecía ser. Se dispusieron a atacar al unísono, centrándose en el pelirrojo. A toda velocidad cargaron contra el susodicho e hicieron uso de sus armas.
Keisuke tuvo que ponerse a la defensiva, esquivando envite tras envite a la par que retrocedía. «Me están ignorando completamente, podría aprovechar la situación y escapar, pero... no estaría bien». La joven no le debía ningún tipo de lealtad al otro médico, pero dejarlo tirado así en tal de salvar su pálido pellejo le parecía demasiado deshonroso.
Las manos de Karma volvieron a internarse en los pliegues del interior de su prenda. Procuró diez agujas, dos grupos de cinco sostenidos entre sus dedos. Seguía nerviosa y un poco asustada, motivo por el que tomó una buena bocanada de aire y la dejó escapar un segundo después.
Disparó sus delgadas armas en la dirección de los dos matones. Una mitad iría hacia Keigo y la otra hacia Hikari, dirigidas hacia el cuello y la cara; con suerte alcanzaría algún ojo.
—Un pequeño agente disuasorio, nada más —respondió Karma con seriedad.
Keisuke trató de desarmar la situación e intimidarlos, pero parecía que no iba a dar resultado. El par de tipos estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta en tal de recuperar aquella misteriosa cadena, parecía ser. Se dispusieron a atacar al unísono, centrándose en el pelirrojo. A toda velocidad cargaron contra el susodicho e hicieron uso de sus armas.
Keisuke tuvo que ponerse a la defensiva, esquivando envite tras envite a la par que retrocedía. «Me están ignorando completamente, podría aprovechar la situación y escapar, pero... no estaría bien». La joven no le debía ningún tipo de lealtad al otro médico, pero dejarlo tirado así en tal de salvar su pálido pellejo le parecía demasiado deshonroso.
Las manos de Karma volvieron a internarse en los pliegues del interior de su prenda. Procuró diez agujas, dos grupos de cinco sostenidos entre sus dedos. Seguía nerviosa y un poco asustada, motivo por el que tomó una buena bocanada de aire y la dejó escapar un segundo después.
Disparó sus delgadas armas en la dirección de los dos matones. Una mitad iría hacia Keigo y la otra hacia Hikari, dirigidas hacia el cuello y la cara; con suerte alcanzaría algún ojo.