31/05/2018, 22:53
Me distraje con los tomos que ofrecían en los estantes, quizá encontraría un texto interesante y me animase a adquirir alguno de aquellos ejemplares...
Mientras tanto del otro lado del mostrador, uno de los trabajadores dejó atrás lo que hacía cuando notó la presencia de la fémina, era un chico joven de unos veintitantos, cabellera castaña clara con una amable sonrisa en su rostro. —Bienvenida!— Dijo primeramente para luego ponerse a pensar en el lugar en dónde se encontraba el tomo que exigía la chica. —Tenemos una muestra en la exhibición, debe estar entre la sección C y D.— Dijo no muy seguro del todo; no obstante, se encargó de alzar su índice para mostrar el camino que debía seguir Kojima.
La señal de aquel joven trabajador le indicaría que tendría que dirigirse justo en dónde se encontraba el anciano con el bastón. —Tengo muy buen oído je je je— Rió el anciano y luego tuvo que llevar su mano a sus labio para que sus dientes no se cayesen de su boca; a lo que él se refería es que ya se había encargado de encontrar el texto y se lo extendía justo a las manos de la fémina.
El libro tenía un grosor excepcional, con ciento de páginas, cuando Karma lo tomase con una mano rápidamente sabría que tendría que usar la otra porque sino podría escurrirsele de sus manos y terminar chocando con el piso.
Mientras tanto del otro lado del mostrador, uno de los trabajadores dejó atrás lo que hacía cuando notó la presencia de la fémina, era un chico joven de unos veintitantos, cabellera castaña clara con una amable sonrisa en su rostro. —Bienvenida!— Dijo primeramente para luego ponerse a pensar en el lugar en dónde se encontraba el tomo que exigía la chica. —Tenemos una muestra en la exhibición, debe estar entre la sección C y D.— Dijo no muy seguro del todo; no obstante, se encargó de alzar su índice para mostrar el camino que debía seguir Kojima.
La señal de aquel joven trabajador le indicaría que tendría que dirigirse justo en dónde se encontraba el anciano con el bastón. —Tengo muy buen oído je je je— Rió el anciano y luego tuvo que llevar su mano a sus labio para que sus dientes no se cayesen de su boca; a lo que él se refería es que ya se había encargado de encontrar el texto y se lo extendía justo a las manos de la fémina.
El libro tenía un grosor excepcional, con ciento de páginas, cuando Karma lo tomase con una mano rápidamente sabría que tendría que usar la otra porque sino podría escurrirsele de sus manos y terminar chocando con el piso.