6/06/2018, 18:24
Karma veía venir otra pelea, pero en lugar de ello se topó con una exposición digna de novela. No alcanzó a comprender todos los detalles de la historia, pero a efectos prácticos no le importaba. Era un relato que no tenía nada que ver con ella. Cruzada de brazos, ocultando una mezcla de miedo y excitación por el —posible— enfrentamiento venidero, la kunoichi permitió que la niña se explayara hasta el final.
Todo aquello finalizó con una petición, una oferta que no podían rechazar, quizás. «Soy una kunoichi de Uzugakure no Sato, no puedo ser vista trabajando y codeándome con tipos así... no parecen legales, precisamente. Casi matan a alguien a sangre fría», reflexionó.
¿Huir, pelear o aceptar la tarea? Se trataba de una encrucijada con tres direcciones.
—¿Y qué se supone que tendremos que hacer? —interrogó en voz alta, queriendo sonar más segura de lo que en realidad era—. No estoy dispuesta a matar a nadie ni robar.
Keisuke la miró. La pelivioleta se aproximó a él con un solo paso y le susurró:
—Keisuke-san, es una calle muy estrecha. Podríamos usar un Ōkashō conjunto, tumbar el suelo y escapar antes de que se levantasen...
Todo aquello finalizó con una petición, una oferta que no podían rechazar, quizás. «Soy una kunoichi de Uzugakure no Sato, no puedo ser vista trabajando y codeándome con tipos así... no parecen legales, precisamente. Casi matan a alguien a sangre fría», reflexionó.
¿Huir, pelear o aceptar la tarea? Se trataba de una encrucijada con tres direcciones.
—¿Y qué se supone que tendremos que hacer? —interrogó en voz alta, queriendo sonar más segura de lo que en realidad era—. No estoy dispuesta a matar a nadie ni robar.
Keisuke la miró. La pelivioleta se aproximó a él con un solo paso y le susurró:
—Keisuke-san, es una calle muy estrecha. Podríamos usar un Ōkashō conjunto, tumbar el suelo y escapar antes de que se levantasen...