14/06/2018, 19:11
La jovencita hizo caso omiso al tendero de la librería, que se presentaba tan interesado en el proceso médico como la propia Kojima. Quizás también se veía atraído por la medicina como los dos ninjas, o era amante del conocimiento en general. No importaba.
Entonces Keisuke se dirigió a ella de nuevo, y Karma se puso firme como si le estuviese hablando un superior. Ahora que se iba a ver involucrada en el asunto de primera mano, la pelivioleta había dejado atrás su semblante taciturno por uno avizor.
El intercambio con el amejin le brindó una valiosa lección: nunca separarse de sus herramientas del oficio. Los shinobis y kunoichis como ellos poseían utensilios para matar —armas y técnicas—, pero los codiciados Iryō-Nin también contaban con instrumentos esenciales, tan importantes como los primeros, que en lugar de arrebatar salud la restauraban.
Nunca volvería a separarse de su kit médico a partir de entonces.
—Entendido —declaró cuando las instrucciones del pelirrojo terminaron.
Ojeó brevemente el equipo que su acompañante había preparado. Todo le resultó familiar.
Keisuke le brindó un par de guantes y ella se los puso.
—Voy a empezar —Karma tragó saliva—. Desinfecta esta área de aquí y luego me facilitaras las ollas con agua.
Asintió y siguió las órdenes al pie de la letra, aplicando una gasa con yodo sobre la zona indicada. Acto seguido se aseguró de entregarle las ollas según el amejin las necesitaba. Todo ello tratando de no sentirse intimidada por la situación de Hikari, que comenzó a retorcerse, tal y como Keisuke dijo que haría.
«Vamos, Karma, un Iryō-Nin debe de mantener la cabeza fría...».
Entonces Keisuke se dirigió a ella de nuevo, y Karma se puso firme como si le estuviese hablando un superior. Ahora que se iba a ver involucrada en el asunto de primera mano, la pelivioleta había dejado atrás su semblante taciturno por uno avizor.
El intercambio con el amejin le brindó una valiosa lección: nunca separarse de sus herramientas del oficio. Los shinobis y kunoichis como ellos poseían utensilios para matar —armas y técnicas—, pero los codiciados Iryō-Nin también contaban con instrumentos esenciales, tan importantes como los primeros, que en lugar de arrebatar salud la restauraban.
Nunca volvería a separarse de su kit médico a partir de entonces.
—Entendido —declaró cuando las instrucciones del pelirrojo terminaron.
Ojeó brevemente el equipo que su acompañante había preparado. Todo le resultó familiar.
Keisuke le brindó un par de guantes y ella se los puso.
—Voy a empezar —Karma tragó saliva—. Desinfecta esta área de aquí y luego me facilitaras las ollas con agua.
Asintió y siguió las órdenes al pie de la letra, aplicando una gasa con yodo sobre la zona indicada. Acto seguido se aseguró de entregarle las ollas según el amejin las necesitaba. Todo ello tratando de no sentirse intimidada por la situación de Hikari, que comenzó a retorcerse, tal y como Keisuke dijo que haría.
«Vamos, Karma, un Iryō-Nin debe de mantener la cabeza fría...».